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“Todos son responsables. Todos deben actuar.”—ONU apunta al discurso de odio como el enemigo público número uno

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Las Naciones Unidas, en respuesta al alarmante aumento del discurso de odio a nivel internacional, dirigido a judíos, cristianos, musulmanes, cienciólogos, inmigrantes, negros, asiáticos y muchos otros, proclamó el 18 de junio de 2022 como el primer Día Internacional anual para contrarrestar el discurso de odio.

El secretario general de la ONU, Antonio Guterres, ha comprometido a la organización a combatir el discurso de odio en todos los niveles (Foto de Lev Radin/Shutterstock.com)

Ya no está en las sombras, el discurso de odio ha surgido en la corriente principal. Contagia tanto a democracias como a dictaduras. A menudo propagado a través de la onda portadora de Internet, alimentado por mentiras y miedo, el discurso de odio puede ser leve o descarado, estridente o sutil. Puede enmascararse como ingenio o sinceridad seria. Muchos de los que usan el discurso de odio lo llaman libertad de expresión, que es como decir que el ácido de la batería es lo mismo que el agua porque ambos son líquidos.

Las Naciones Unidas define el discurso de odio como “cualquier tipo de comunicación oral, escrita o de comportamiento, que ataque o utilice un lenguaje peyorativo o discriminatorio con referencia a una persona o un grupo en función de quiénes son, es decir, en función de su religión, etnia, nacionalidad, raza, color, ascendencia, género u otro factor de identidad. Esto a menudo tiene sus raíces y genera intolerancia y odio y, en ciertos contextos, puede ser degradante y divisivo”.

La mayoría de los males de la humanidad comienzan con el odio verbalizado.

El discurso de odio puede quedar impune siempre que el factor de incitación esté ausente. “Incitación” significa que lo que se ha dicho ha sido utilizado como arma para la discriminación, la violencia, la hostilidad y cualquier crimen de odio, atrocidad o tortura. La aceptación casual del discurso de odio en nuestra sociedad, la broma étnica «inofensiva», el epíteto difamatorio «inocente», el comentario sarcástico y burlón, tiene una larga historia. Pero parece que solo recientemente, con la explosión de Internet y las redes sociales que nos dieron a todos un megáfono, ha estado bajo el escrutinio internacional.

El hecho es que, contrariamente al «ay, eres tan sensible, ¿no puedes aceptar una broma?» justificación: la mayoría de los males de la humanidad comienzan con el odio verbalizado. Tales males incluyen el terrorismo, la violencia doméstica, las violaciones de los derechos humanos y el declive de las culturas. Es difícil mirar una pantalla o un monitor sin ver una forma de discurso de odio patrocinado. La ex actriz de comedia convertida en fuente de bilis Leah Remini descubrió que el discurso de odio era una fuente de ingresos fácil. Su festival de veneno televisivo resultó en más de 600 amenazas y actos de violencia contra cienciólogos, y contribuyó a un asesinato. En 2018, cinco Testigos de Jehová congregaciones experimentadas ataques e incendios tras el anuncio de que Remini iba a atacar su religión en su próxima temporada.

Enfermos por su intolerancia y no queriendo ser asociados con la sangre en sus manos, los patrocinadores de Remini la abandonaron en masa, lo que resultó en la desaparición no lamentada de su programa de odio.

Erin McMurtry encuentra a Leah Remini como inspiración
Erin McMurtry, de 31 años, llamó a la anticiencióloga Leah Remini “una verdadera inspiración” en las redes sociales varios días antes de estrellar su auto contra las puertas delanteras de la Iglesia de la Cienciología en Austin.

El Secretario General de las Naciones Unidas, António Guterres, escribió: “Abordar el discurso de odio es… crucial para profundizar el progreso en la agenda de las Naciones Unidas al ayudar a prevenir los conflictos armados, los crímenes atroces y el terrorismo, poner fin a la violencia contra las mujeres y otras violaciones graves de los derechos humanos, y promover sociedades pacíficas, inclusivas y justas… Hoy, me temo, hemos llegado a otro momento crítico en la lucha contra este demonio, por lo que les he pedido a mis asesores principales que exploren qué más podemos hacer”.

El resultado es una estrategia y plan de acción que aborda el discurso de odio en todo el mundo. La Estrategia implica un compromiso a nivel internacional, nacional, local, comunitario e individual. “Abordar el discurso de odio es responsabilidad de todos”, afirma el plan. “Empezando con mujeres y hombres individuales. Todos son responsables. Todos deben actuar”.

La estrategia implica, entre otras cosas, comprometerse con los medios nuevos y tradicionales, analizar las causas fundamentales y los impulsores del discurso de odio y utilizar la educación como la mejor prevención del odio y el mejor promotor de la comprensión.

¿Puede la libertad de expresión eliminar el discurso de odio? Pueden educación cerrar la brecha, provocando una intolerancia al discurso de odio dentro de cada uno de nosotros?

Es un comienzo, al menos, y quién sabe hasta dónde puede llegar si nos tomamos en serio la exhortación de la ONU: “Todos somos responsables. Todos deben actuar”.



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