Comunicado de www.vaticannews.va —
El alcalde de Roma hace balance del Año Santo 2025 para los medios vaticanos: destaca los «grandes contenidos» y la «profundidad espiritual» de una cita que deja su huella en las obras de la capital y, sobre todo, en el recuerdo de un millón de jóvenes en Tor Vergata.
Francesca Sabatinelli y Andrea De Angelis
Un Jubileo «extraordinario» donde la «colaboración y la acogida» han sido las claves de un éxito rotundo. Así define el alcalde de Roma, Roberto Gualtieri, el Jubileo de la Esperanza en una entrevista concedida a los medios vaticanos. Destaca una participación masiva que ha reflejado un «espíritu de esperanza tangible» en los millones de peregrinos que han pasado por la ciudad.
Gualtieri recuerda con especial emoción el encuentro de un millón de jóvenes en Tor Vergata y subraya el legado físico que queda en Roma, mencionando especialmente la nueva Piazza Pia, a la que define como «la plaza del abrazo».
Alcalde Gualtieri, a solo siete días de que se cierre la Puerta Santa de la Basílica de San Pedro, ¿qué balance hace de este Jubileo?
El balance es sumamente positivo. Ha sido, y sigue siendo, un Jubileo extraordinario por la participación y por ese espíritu de esperanza real, casi tangible, que hemos percibido en los millones de peregrinos que han pasado por Roma. Pienso, por ejemplo, en ese millón de jóvenes que mostraron al mundo su mejor cara. Ha sido un Año Santo con un trasfondo espiritual profundísimo, que ha generado esos «signos de esperanza» que el Papa Francisco pidió expresamente en su bula de convocación.
Pero además, ha sido crucial para la ciudad; ha sido el motor que nos ha impulsado a renovarnos y transformarnos. El Papa Francisco ya lo adelantó en de visita al Capitolio en 2024: habló del Jubileo como una peregrinación de oración y penitencia, pero también expresó su deseo de que tuviera un impacto positivo en la imagen de Roma, mejorando el decoro urbano y uniendo más el centro con la periferia.
Nosotros hemos intentado interpretar ese mensaje en cada una de nuestras intervenciones. Creo que Roma ha vivido este Jubileo con una intensidad de encuentro y contacto humano sin precedentes. Por eso, junto a monseñor Rino Fisichella, quisimos que muchos eventos -como los de los adolescentes, las bandas de música o las cofradías- se repartieran por las plazas de la ciudad. Los peregrinos se mezclaron con los romanos, contagiando el sentido de su camino y su esperanza. Ha sido un Jubileo maravilloso que quedará grabado en nuestra memoria y en las obras que deja para la ciudad durante mucho tiempo.
Como romano y naturalmente como alcalde, ¿cómo ha vivido este Año Santo?
Con un enorme sentido de la responsabilidad. A mi labor como alcalde se sumó la de Comisario del Gobierno para el Jubileo. Ha sido una etapa intensa, a ratos agotadora, pero de gran satisfacción. La ciudad debe estar agradecida al Jubileo: hemos dado mucho esfuerzo y voluntariado, pero hemos recibido una ciudad mejorada y renovada.
¿Cuál ha sido el momento o el evento del Jubileo que más le ha impactado? Ya nos ha adelantado algo sobre el Jubileo de los Jóvenes…
Hubo varios momentos realmente conmovedores. Recuerdo, por ejemplo, cuando fui a desayunar con algunos de los grupos de jóvenes que habían llegado de todas partes del mundo. Pero lo que más me impactó fue el momento de las confesiones en el Circo Máximo: ver a todos esos jóvenes en fila, transmitiendo valores de paz y fraternidad. Eran el rostro de un mundo posible y real, que quizás choca con tantas imágenes que vemos a diario de guerras, de la «cultura del descarte» o de un mundo que ignora el medio ambiente.
Ellos, en cambio, representaban una alternativa real: un mundo más bello, más justo y más solidario. Verlos allí, bajo un sol abrasador, haciendo fila pero contagiando alegría… fue algo que me conmovió profundamente a nivel personal.
También destacaría el Jubileo de los Adolescentes y el de las Cofradías; fue increíble ver esas formas de religiosidad tan arraigadas en nuestra historia y en la sensibilidad popular más antigua. El «pueblo del Jubileo» que ha acudido a Roma ha mostrado muchísimas facetas, y observarlo ha sido la prueba de que los seres humanos, aunque vengamos de historias y culturas distintas, somos, al fin y al cabo, todos hermanos.
¿Cómo ha sido la colaboración entre el Ayuntamiento y el Vaticano, empezando lógicamente por monseñor Fisichella y el Comité para el Jubileo?
Hemos trabajado juntos y siempre de forma constructiva, incluso en los momentos más complicados. Especialmente con monseñor Fisichella; cuando coincidimos en la Piazza Pia, ninguno oculta su satisfacción, porque ambos apostamos con fuerza por ella.
A menudo me refiero a la Piazza Pia como «la plaza del abrazo». Con esto quiero decir que, aunque en el mundo actual esté totalmente asumida la laicidad de la política y del Estado -sin miedos mutuos ni conflictos de competencias-, la presencia de la Santa Sede en Roma es, al mismo tiempo, un activo valiosísimo. Por eso me gusta esa metáfora: es una plaza que pertenece al Estado italiano pero que, junto a la Plaza de San Pedro, conforma un espacio binacional. Logísticamente, esto ha permitido crear una gran plaza única con capacidad para albergar entre 150.000 y 200.000 personas.
Esto demuestra que, ante el drama de las guerras, la pobreza y la necesidad de recuperar valores de fraternidad, que son tanto universales como profundamente cristianos, es indispensable poder estrecharse en un abrazo; cada uno desde su identidad, pero unidos por valores espirituales y religiosos que comparte la gran mayoría de los italianos. Este Jubileo ha consolidado una colaboración estrecha e intensa. Es un legado positivo que nos enseña que podemos trabajar juntos para que el mundo se parezca al de esos chicos que vimos en Tor Vergata y el Circo Máximo. Un mundo de paz y hermandad que este Jubileo ha demostrado que es posible.
Alcalde, usted ha mencionado al Papa Francisco, ¿cómo ha sido su relación con él y cómo es la que mantiene con el Papa León?
La relación con el Papa Francisco ha sido muy intensa y profunda. Eligió volver al Campidoglio pocos años después de su visita anterior, precisamente para lanzarnos un mensaje clave sobre el papel de Roma en el Jubileo. Ha mostrado una atención enorme hacia nuestra ciudad, guiándonos no solo en lo espiritual con esa extraordinaria bula de convocación, La esperanza no se decepciona.sino también orientando el tipo de obras e intervenciones necesarias, aunque lógicamente sin entrar nunca en cuestiones técnicas.
Por su parte, el Papa León quiso dejar su impronta desde el primer momento. Fue muy impactante, incluso conmovedor, que decidiera detenerse en el Campidoglio antes de su toma de posesión en San Juan de Letrán; fue un gesto de gran respeto hacia el gobierno civil de la ciudad. Sus palabras fueron de gran calado: me impresionó su espiritualidad profunda y, al mismo tiempo, su sensibilidad hacia temas tan actuales como el trabajo o el impacto de las nuevas tecnologías. En definitiva, ha comenzado una relación que -estoy seguro- será estrecha, intensa y muy positiva.
Usted describe a Roma como la ciudad de la acogida, un lugar desde el que se lanza un mensaje universal de paz. ¿Consistirá el legado del Jubileo también en atraer nuevos grandes eventos internacionales a la capital?
Para empezar, ya tenemos otro Jubileo en el horizonte, el de 2033, dedicado a la muerte y resurrección de Jesús. Y por supuesto, todo esto refuerza la capacidad de Roma para albergar grandes eventos, muchos de los cuales surgen gracias a que la Santa Sede organiza cumbres sobre la paz o el medio ambiente. Esto es parte del valor añadido de la estrecha colaboración entre Italia y la Santa Sede.
Hemos logrado muchas cosas positivas, pero que el Jubileo haya sido un éxito no hace que desaparezcan los problemas, la pobreza o la exclusión. Mi esperanza es que esta energía positiva se transforme en la capacidad necesaria para afrontar esos retos y reducir las fracturas sociales. La vocación de acogida de nuestra ciudad debe volcarse ahora en los desafíos que tenemos por delante.
Se publicó primero como Gualtieri: el Jubileo de la Esperanza, un evento que quedará en la memoria


