Comunicado de www.vaticannews.va — ![]()
Con motivo del 25.º aniversario del Protocolo de Palermo contra la trata de personas, se celebró, ayer, en Roma, una conferencia organizada por el Grupo de Santa Marta, la Soberana Orden de Malta y el Instituto de Antropología de la Pontificia Universidad Gregoriana. Los participantes se comprometieron a actuar con mayor contundencia en defensa de las víctimas y a exigir un mayor compromiso financiero por parte de los Estados.
Christine Seuss – Ciudad del Vaticano
La conferencia celebrada en la Pontificia Universidad Gregoriana hizo un firme llamamiento a un mayor compromiso con la lucha global contra la trata de personas y las nuevas formas de esclavitud. Veinticinco años después de la adopción del Protocolo de Palermo, un instrumento jurídico fundamental en la lucha global contra la trata de personas, los más de 200 expertos mundiales asistentes a la conferencia de Roma coincidieron en la necesidad de aunar esfuerzos para seguir fortaleciendo los avances logrados hasta la fecha en la lucha contra este atroz delito.
Compromiso internacional
El Protocolo de Palermo, adoptado en el año 2000, complementa la Convención de las Naciones Unidas contra la Delincuencia Organizada Transnacional y tiene como objetivo prevenir, reprimir y sancionar la trata de personas, especialmente de mujeres y niños. Reúne compromisos globales previos, como el Convenio sobre el Trabajo Forzoso de 1930, numerosos acuerdos y protocolos de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) y otros instrumentos, como la Declaración Universal de Derechos Humanos. Hasta la fecha, más de 180 países han adoptado legislación específica para combatir la trata y otras formas de esclavitud moderna.
Prevenir, proteger, castigar
El cardenal Fabio Baggio, subsecretario del Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral, en su saludo a los participantes, destacó la especial atención del Dicasterio a todos los asuntos relacionados con la trata de personas y las nuevas formas de esclavitud. En declaraciones a los medios vaticanos durante la reunión, el cardenal recordó: «El papa Francisco, desde el principio, al confiarnos la creación de la Sección para Migrantes y Refugiados dentro del Dicasterio, nos ha encomendado la tarea de abordar específicamente este triste y dramático aspecto de la migración», enfatizó el cardenal Baggio. Subrayó la importancia de adoptar medidas muy concretas para visibilizar este fenómeno y promover el compromiso con la prevención, la protección y la represión. «Añadimos también otra ‘P’, la de la colaboración, que debe empezar por todos nosotros para que podamos crear las redes de apoyo y trabajo necesarias para ser más eficaces sobre el terreno».
Se necesita más financiación y coordinación
Un compromiso reiterado por el Padre Hans Zollner, uno de los organizadores de la conferencia y experto en la protección de menores y personas vulnerables. «Con esta iniciativa», explica, «queríamos reunir a quienes están verdaderamente dispuestos a trabajar juntos para frenar este mal. No podremos eliminarlo por completo, pero sin duda podríamos reducir el número de víctimas. Se podrían ahorrar dinero y recursos, conservar fuerzas e incluso evitar conflictos políticos, si logramos lo que sea factible». El objetivo principal de la conferencia es movilizar e identificar nuevas medidas para combatir este fenómeno, enfatiza Michel Veuthey, embajador de la Soberana Orden de Malta. «Necesitamos más financiación y más personal. Esta lacra de la trata de personas debe finalmente tomarse en serio».
La trata de personas es un fenómeno en evolución
Para el Gran Hospitalario de la Orden de Malta, Josef Blotz, es especialmente importante concienciar sobre los desafíos actuales y futuros. «Cuando se firmó el Protocolo de Palermo hace 25 años, nadie imaginaba los avances del llamado progreso tecnológico y sus implicaciones para la trata de personas y la esclavitud moderna. Hoy, sin embargo, es fundamental tenerlos en cuenta. No podemos actuar ni pensar únicamente según los procesos y estructuras del pasado: debemos mirar hacia el futuro. Debemos identificar y abordar nuevos desafíos».
El papel de la Iglesia
La Iglesia Católica puede ser un aliado importante en este esfuerzo, afirma Mama Fatima Singhateh, Relatora Especial de la ONU sobre la venta, la explotación y el abuso sexual de niños. Con frecuencia, enfatiza, el abuso y los delitos contra los niños comienzan en las comunidades locales: «La Iglesia desempeña un papel fundamental en la sensibilización de las comunidades sobre la vulnerabilidad de los niños, los peligros existentes y las diversas formas de abuso y explotación sexual». Esto implica fortalecer la responsabilidad personal, pero también contribuir al desarrollo económico y moral de las capacidades de las comunidades para abordar la trata desde su raíz.
Más compromiso de los gobiernos
Desde la adopción del Protocolo de Palermo hace 25 años, se han logrado avances significativos en la lucha contra la trata de personas, y casi 180 países han promulgado leyes específicas para combatirla, señala Kevin Hyland, de Praeveni Global, miembro del Grupo Santa Marta establecido por el Papa Francisco. «La Iglesia Católica», añade Hyland, «también ha asumido un papel claramente protagónico, en particular gracias a la labor de las monjas en muchas partes del mundo, las conferencias episcopales y diversas organizaciones eclesiásticas. Sin embargo, si analizamos los datos sobre la lucha contra la trata y la esclavitud moderna, el año pasado se rescataron 2.000 víctimas menos que el año anterior, lo que representa menos del 0,5 % de los 50 millones de víctimas estimadas. Solo 7.000 fueron condenadas por los sistemas judiciales». Los países del G20 han invertido aproximadamente 1.500 millones de dólares en esta lucha, una suma muy pequeña considerando un delito tan global, recuerda Hyland, señalando las enormes ganancias generadas por los traficantes, estimadas en 236.000 millones de dólares. «Hoy necesitamos que los gobiernos inviertan más y apoyen el trabajo de las organizaciones benéficas, la sociedad civil y los grupos eclesiales», afirma Hyland, para quien el trabajo de las monjas en la lucha contra la trata es irreemplazable.
Se publicó primero como La voz de la Iglesia contra la trata


