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En la isla brasileña de Combu, los fabricantes de chocolate tienen pistas para la acción climática

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Pero esta exuberante armonía conlleva una advertencia. Si los negociadores de la COP30 esperan proteger los bosques del mundo, primero deben salvaguardar a las personas que los sustentan.

Chocolate, comunidad y una visión de futuro

A sólo 30 minutos en barco desde Belém, conocida como la «puerta de entrada a la selva amazónica» y ciudad anfitriona de la conferencia climática de la ONU de este año, Combu es el hogar de la Asociación Filha do Combu, creada por Izete Costa, conocido cariñosamente como Dona Nena. Su iniciativa es una prueba de que las soluciones lideradas por la comunidad pueden impulsar la acción climática global.

Lo que comenzó como un modesto esfuerzo por convertir el conocimiento tradicional en ingresos se ha convertido en una empresa próspera. Comenzando con la producción de chocolate a pequeña escala utilizando cacao amazónico, Doña Nena vendió en ferias locales antes de completar una capacitación profesional para expandir su negocio.

Hoy dirige una pequeña fábrica y un programa turístico que invita a los visitantes a ver cómo se elabora el chocolate en la selva tropical. De los 20 trabajadores empleados en el sitio, 16 son mujeres.

El sistema de producción es agroecológico: especies nativas colaboran para fortalecer los rendimientos. Por ejemplo, se plantan hileras de plátanos para atraer a las abejas polinizadoras, esenciales para el cacao.

“Yo suelo enriquecer el bosque con lo que funciona bien, porque aquí no talamos el bosque para plantar árboles”, nos dijo doña Nena. «Trabajamos con el bosque en pie y buscamos y plantamos árboles donde hay un declive natural».

Noticias ONU/Felipe de Carvalho

La presidenta del 80º período de sesiones de la Asamblea General, Annalena Baerbock (en primer plano), degustando cacao de la isla de Combu, cerca de Belém, Brasil.

Energía solar y ampliación de escala

La fábrica de chocolate, cuyos productos se venden en todo Brasil, funciona ocho horas al día con energía solar. Pero los cortes de energía siguen siendo un desafío. Cuando un árbol caído corta la electricidad, las máquinas pueden permanecer inactivas durante días. Doña Nena espera duplicar la capacidad solar para evitar daños y mantener estable la producción.

Lidiar con una red eléctrica inestable es una cosa, pero Combu tampoco es inmune a los impactos climáticos. Recientemente, las cosechas de cacao se han reducido; Los frutos y los árboles se secan, se encogen y se deforman. Y el miedo a perder el acceso al agua potable crece día a día. A pesar de la temporada de lluvias, en Combu no ha caído ni una sola gota en más de 15 días, dice doña Nena.

De las soluciones locales a la acción global

Este fue el escenario de la visita del domingo de Annalena Baerbock, su segundo viaje a Combu después de su primer encuentro con doña Nena como Ministra de Asuntos Exteriores de Alemania.

Al llegar, la Sra. Baerbock dijo a Noticias ONU que estaba contenta de ver el proyecto prosperar, generando “cadenas de producción… en el corazón de las comunidades regionales”. [so] los beneficios [can stay here] para los indígenas, para la población local”.

Para Baerbock, la iniciativa es una prueba de que ya existen soluciones reales: soluciones que unen el crecimiento económico, el desarrollo sostenible y la lucha contra la crisis climática. Destacó que conectar estos modelos a escala es esencial para mantener el calentamiento global por debajo de 2°C, idealmente a 1,5°C.

“La destrucción de los bosques es la destrucción del seguro de vida de la humanidad”, advirtió, y agregó: “La COP30 tiene que ser una COP en la que mostremos a todo el mundo que, especialmente en tiempos geopolíticos difíciles, la gran mayoría de los países, pero también las personas en torno a las empresas y los actores financieros, están uniendo fuerzas para luchar contra la crisis climática y, de ese modo, lograr un crecimiento sostenible para todos”.

La presidenta del 80º período de sesiones de la Asamblea General de la ONU, Annalena Baerbock, se reúne con la empresaria brasileña Doña Nena en la isla de Combu, cerca de Belém.

Noticias ONU/Felipe de Carvalho

La presidenta del 80º período de sesiones de la Asamblea General de la ONU, Annalena Baerbock, se reúne con la empresaria brasileña Doña Nena en la isla de Combu, cerca de Belém.

Lecciones del bosque

Después de probar frutas amazónicas y varias recetas de chocolate preparadas en el lugar, Doña Nena condujo a la Sra. Baerbock por un sendero a través del bosque, donde las dos se habían reunido con un grupo de mujeres productoras dos años antes.

Discutieron el énfasis del proyecto en empoderar a las mujeres que venden sus productos a través de la Asociación Filha do Combu. Doña Nena destacó que las mujeres aportan una energía única de cuidado y dedicación que moldea la calidad del chocolate.

A lo largo del sendero, el bosque mismo ofrecía un simbolismo. Juntos, observaron cómo un árbol de taperebá moría lentamente bajo las garras de una enredadera parásita.

Doña Nena comentó que una vez que el árbol muera, la vid también morirá, privada de su única fuente de nutrientes. La Sra. Baerbock reflexionó que se trataba de una lección diplomática disfrazada, que incluso podría estar relacionada con las emisiones que devastan el planeta.

Pero el bosque también ofrecía esperanza. Se detuvieron ante un sumaúma, un gigante del Amazonas que se cree que tiene más de 280 años. Estos árboles pueden elevarse hasta 70 metros y han sido testigos de siglos de historia, y podrían ser testigos de siglos más, si la COP30 tiene éxito.

Noticias ONUestá informando desde Belém, brindándole cobertura de primera fila de todo lo que sucede en la COP30.



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