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COP30: Es necesario desalentar la explotación de la naturaleza

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Comunicado de www.vaticannews.va —

Al margen de la Conferencia de la ONU en curso en Brasil, el obispo de Kaloocan lleva la voz de todos los filipinos que viven las dramáticas consecuencias del cambio climático. Al retomar la propuesta de la Earth Tariff para salvar la creación, sobre la cumbre comenta: “Es casi como Pentecostés. Venimos de distintos países, hablamos diferentes idiomas y, sin embargo, nos entendemos. Si realmente escuchamos el grito de la Tierra, todavía hay esperanza”

Francesca Merlo – Belém, Brasil

Muchos son los avisos lanzados en las mesas de la COP30 de este año sobre un planeta que está lejos de estar a salvo. El cardenal Pablo Virgilio David, obispo de Kaloocan en Filipinas, recogió uno de un completo desconocido mientras participaba en un evento en la cumbre de Naciones Unidas sobre el clima en Belém, Brasil. “Conocí a un hombre del Pabellón Oceanográfico – explica – y me preguntó si venía de Filipinas. Cuando le respondí que sí, me dijo: ‘Entonces ustedes están entre las primeras víctimas del cambio climático’”.

El hombre le explicó que un aumento de apenas un grado en la temperatura del Océano Pacífico podría destruir todos los arrecifes de coral. El cardenal David era consciente de esta realidad y espera poder ayudar a otros a comprenderla.

“Muchos extranjeros vienen a nuestras playas y ven la arena blanca – relata el purpurado – pero no se dan cuenta de que la arena blanca sobre la que caminan es lo que queda de los corales muertos, blanqueados y desmoronados por el calentamiento global”.

Es una arena bonita a la vista, pero observa: “toda esa gente está pisando algo que está muerto”. El problema en Filipinas suele ser la falta de conciencia, aunque es un país no ajeno a las consecuencias desastrosas del cambio climático.

Los efectos devastadores del cambio climático

“Hace apenas unas semanas, después de la toma de posesión del nuevo arzobispo de Cebú, un fuerte terremoto golpeó la parte norte de la isla. Días después, un poderoso tifón siguió el mismo camino”

El cardenal filipino recuerda cómo la familia de su primo tuvo que refugiarse en el techo de su casa cuando, durante la noche, el nivel del agua subió vertiginosamente. “No tuvieron tiempo de salvar nada. El agua llegó al segundo piso, así que tuvieron que hacer un agujero en el techo y esperar a los rescatistas”.

Es un relato dramático que habla de una urgencia ya no postergable. “Los tifones se están volviendo más fuertes, más devastadores y traen consigo mucha más lluvia que antes. La descargan en pocas horas sobre pueblos y ciudades, causando catástrofes”, afirma. Pero los desastres naturales, agrega, se ven agravados por la negligencia humana. “Gran parte de las inundaciones ha sido causada por sistemas de control mal construidos, proyectos fantasma realizados sin estudios de factibilidad, fruto de la corrupción”.

El cardenal David explica que miles de millones de pesos se han utilizado de manera inapropiada en nombre de la prevención de inundaciones, fondos que podrían haberse destinado a educación, salud o bienestar social.

“Somos víctimas dos veces – afirma – víctimas de la crisis climática y víctimas de un gobierno desprevenido que no sabe cómo responder adecuadamente a todo esto”.

La Tarifa de la Tierra para salvar la Tierra

Al reflexionar sobre la cumbre en curso en Brasil, el cardenal David afirmó:

“Es casi como Pentecostés. Venimos de distintos países del mundo, hablamos diferentes idiomas y, sin embargo, nos entendemos. No me daba cuenta de lo seriamente que la gente estaba tomando la COP30: el solo hecho de estar allí entre las naciones fue increíble”

Para el cardenal David, esto es en sí mismo una gran fuente de consuelo:

“Me convenció de que hay personas que realmente se preocupan por nuestra casa común, la Tierra”

En una mesa redonda organizada por Caridad Internacionalel purpurado habló en nombre del pueblo filipino, junto a los sobrevivientes de los ciclones en su país natal, compartiendo la realidad que se esconde detrás del idílico destino turístico del archipiélago.

Antes de dejar Filipinas, el cardenal David se reunió con los obispos de la región de Mindanao-Sulu, quienes presentaron una idea concreta: la “Tarifa de la Tierra”.

“Se trata de una propuesta según la cual las naciones acuerdan imponer un arancel, un impuesto, no solo sobre la contaminación, sino sobre la extracción misma, sobre cada barril de combustible fósil extraído de la Tierra”, explicó.

“Ese dinero podría luego ser utilizado por las Naciones Unidas para financiar proyectos sostenibles y otorgar fondos a las comunidades indígenas para regenerar bosques, arrecifes de coral y ecosistemas”. Partiendo de la raíz, es decir, del punto de extracción, afirma, “ya podemos desalentar la explotación. No hay que facilitar demasiado el abuso de la naturaleza”.

Hacer realidad la conversión ecológica

“Las personas menos responsables del calentamiento global son las que más sufren”, afirmó. “Pero la conversión aún es posible. Si nos escuchamos unos a otros y escuchamos verdaderamente el grito de la Tierra, todavía hay esperanza”: este es el corazón de su mensaje en la COP30, no un mensaje de condena, sino de conversión.

“No estoy aquí – dijo – para señalar con el dedo. Estoy aquí para decir: por favor, por amor al cielo, sentémonos juntos y hagamos un examen de conciencia”.

Tomando de la tradición católica, luego describió lo que llama los cuatro elementos de la reconciliación – confesión, contrición, penitencia y perdón – aplicándolos a la relación de la humanidad con el medio ambiente.

“Confesión significa admitir nuestros fracasos, lo que hemos hecho y lo que no hemos hecho por el ambiente”, explicó. “El arrepentimiento es el remordimiento, la capacidad de decir: ‘Lamento la miseria que hemos causado’. La penitencia se manifiesta a través de actos de reparación, pasos concretos para remediar. Y el perdón, tanto dado como buscado, completa el proceso”.

Si estos cuatro elementos se ponen en práctica, el cardenal David cree que habrá signos más evidentes de lo que el Papa Francisco ha llamado conversión ecológica. “Nunca es demasiado tarde. Todavía podemos salvar nuestra casa común”.

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