Comunicado de www.vaticannews.va — ![]()
En un país en el que los católicos constituyen menos del dos por ciento de la población y las órdenes contemplativas están poco representadas, sor Elisabetta del monasterio de las carmelitas de Glumslöv ofrece una mirada extraordinaria en Escandinavia.
Mario Galgano – Glumslöv (Suecia)
Sor Elisabetta, originaria de la isla de Rügen y crecida en una familia católica en el este de Alemania, describe su camino hacia el Carmelo como una búsqueda de su vocación. Como la Iglesia católica no estaba muy presente en su región de origen, decidió estudiar teología en Baviera. Allí, durante un periodo de estudio y de búsqueda de la voluntad de Dios, se dio cuenta de que quería entrar en el Carmelo. Su párroco le recordó sus precedentes viajes de juventud en Suecia, durante los cuales ya había visitado este monasterio. La decisión fue por tanto “bastante rápida”. En lo que se refiere a la oración contemplativa que desde siempre le había atraído, escribió su tesis sobre la oración interior de Teresa de Ávila. La preocupación inicial de si la clausura fuera compatible con su temperamento – creció con muchos hermanos – se calmó después de un mes en Asís, donde tuvo la sensación de no querer salir más. “Quiero quedarme dentro”, se dio cuenta, y la clausura ya no era “un problema” para ella.
Actualmente en el Carmelo de Glumslöv viven 13 hermanas. Su tarea principal es la oración contemplativa, la búsqueda de la unión con Dios. La comunidad cree que esta unión “tiene consecuencias para el mundo”, en la “fuerza” o “solución curativa” y en la penitencia por los pecados del mundo. “Muchas personas han olvidado a Dios, muchas personas han olvidado a Jesús y nosotras simplemente tratamos de donarlos y quizás incluso más de lo que sería necesario donar”, ha afirmado sor Elisabetta. La vida cotidiana en el monasterio incluye también tareas prácticas como cocinar y coser, pero todas estas tareas están al servicio de la oración, que está siempre en primer lugar.
Según sor Elisabetta, el monasterio atrae a los jóvenes. Esto se debe al hecho de que las hermanas tratan de vivir “lo más cerca posible” de las constituciones originales de santa Madre Teresa de Ávila. Para sor Elisabetta este fue un motivo decisivo para elegir este Carmelo, porque ahí veía cumplida la vida concreta que había estudiado en las Escrituras.
Para las hermanas carmelitas del contacto con el mundo exterior es disciplinado. El contacto normal con padres, familiares y amigos es posible, pero reducido. Las visitas de la familia se limitan a siete días al año y la comunicación tiene lugar principalmente por carta, aunque el aumento de los costes de envío la ha hecho más difícil. Las noticias del mundo llegan a las hermanas principalmente a través de la madre priora, pero también a través de amigos y visitas familiares. Se aprende “lo que es más importante”, no necesariamente todos los detalles. El contacto con los vecinos es diferente: algunos tienen una actitud positiva, otros, por ejemplo, perciben negativamente el sonido de las campanas. Existen también las “agresiones contra la fe” o “el cristianismo en general”.
Hoy en Suecia las religiosas son vistas como algo “más bien exótico”. Sor Elisabetta estima el número total de monjas en Suecia entre 100 y 111, frente a los cerca de nueve millones de habitantes. Además, hay pocas comunidades protestantes, a menudo solo con dos o tres religiosas.
A la pregunta sobre lo que es más hermoso y más difícil en la vida cotidiana de la Orden, sor Elisabetta responde: “Lo más hermoso es Jesús”. La unión con Dios es lo más hermoso que hay. Como aspecto personalmente más difícil ha citado la vida comunitaria, dificultad que atribuye precisamente al propio temperamento.
Se publicó primero como Una mirada a la vida contemplativa: sor Elisabetta en el Carmelo en Suecia


