El estudio, publicado el lunes, antes de las reuniones del G20 que tendrán lugar a finales de este mes en Johannesburgo, Sudáfrica, muestra que el acceso desigual a la vivienda, la atención sanitaria, la educación y el empleo deja a millones más expuestos a las enfermedades.
El informe presentado por ONUSIDA –la agencia del organismo mundial dedicada a acabar con el SIDA y la infección por VIH– encuentra que la desigualdad no sólo está empeorando la propagación y el impacto, sino que también está socavando la capacidad global para prevenir y responder a los brotes.
Romper el ciclo desigualdad-pandemia: construir una verdadera seguridad sanitaria en una era global, exige un cambio fundamental en lo que entendemos por “seguridad sanitaria”.
Círculo vicioso
Los nuevos datos muestran que las pandemias aumentan la desigualdad, alimentando un ciclo que es visible no solo después de la COVID-19, sino también en el caso del SIDA, el Ébola, la gripe, la mpox y más allá.
Copresidido por el Premio Nobel Joseph E. Stiglitz, la ex Primera Dama de Namibia Monica Geingos y el destacado epidemiólogo Profesor Sir Michael Marmot, el Consejo Mundial sobre Desigualdad, SIDA y Pandemias –que llevó a cabo la investigación– llega a una cruda conclusión: las pandemias y la desigualdad están atrapadas en un círculo vicioso, cada una alimenta a la otra de maneras que amenazan la estabilidad y el progreso globales.
“La desigualdad no es inevitable. Es una elección política y peligrosa que amenaza la salud de todos.«, dijo la Sra. Geingos. «Los líderes pueden romper el ciclo de desigualdad y pandemia aplicando las soluciones políticas probadas en las recomendaciones del Consejo».
Las desigualdades globales exacerban los riesgos
Los estudios revisados por el Consejo revelan que el acceso desigual a la vivienda, la educación, el empleo y la protección de la salud creó condiciones en las que el COVID-19, el SIDA, el Ébola y el Mpox se propagaron más rápido y golpearon con mayor fuerza.
Por ejemplo, se encontró que las personas que vivían en asentamientos informales en ciudades africanas tenían una mayor prevalencia del VIH que aquellas que vivían en viviendas formales. En Inglaterra, el hacinamiento en las viviendas se asoció con una mayor mortalidad por COVID-19.
En Brasil, las personas sin educación básica tenían varias veces más probabilidades de morir a causa de COVID-19 que las que terminaban la escuela primaria.
El barrio marginal de Mathare en Nairobi alberga a 500.000 personas en un radio de 5 kilómetros cuadrados.
Entre países, las desigualdades globales exacerban los riesgos compartidos. Los países de bajos ingresos han enfrentado repetidos obstáculos para acceder a vacunas, medicamentos y financiamiento de emergencia, lo que ha dejado brotes descontrolados y prolongado la perturbación global.
«La evidencia es inequívoca», dijo el profesor Marmot. “Si reducimos las desigualdades, a través de viviendas dignas, trabajo justo, educación de calidad y protección social, reducimos el riesgo de pandemia desde su raíz”.
Hacia una verdadera seguridad sanitaria
La directora ejecutiva de ONUSIDA, Winnie Byanyima, dijo que los hallazgos llegan en un momento crucial cuando el G20 se reúne bajo la presidencia de Sudáfrica.
“Este informe muestra por qué los líderes necesitan abordar urgentemente las desigualdades que impulsan las pandemias, y les muestra cómo pueden hacerlo”, dijo la Sra. Byanyima.
La pensionista Xhane Grodani, que vive con su marido en Tirana, Albania, recibe su tercera vacuna contra la COVID-19 en una clínica de la capital.
«Reducir las desigualdades dentro y entre los países permitirá una vida mejor, más justa y más segura para todos», añadió.
El informe se alinea con el tema del G20 de Sudáfrica: “Solidaridad, Igualdad, Sostenibilidad”, destacando que lograr una seguridad sanitaria genuina dependerá tanto de la justicia económica y la equidad social como de las vacunas o los laboratorios.
El Consejo Global describe cuatro acciones clave para romper el “ciclo de desigualdad-pandemia”:
- Eliminar las barreras financieras para garantizar que todos los países tengan el espacio fiscal para abordar la desigualdad.
- Invertir en los determinantes sociales de la salud, como la vivienda, la nutrición, la educación y el empleo, para reducir la vulnerabilidad a las enfermedades.
- Garantizar el acceso equitativo a las tecnologías relacionadas con la pandemia tratando la investigación y la innovación como bienes públicos globales y promoviendo la producción regional.
- Fortalecer las respuestas multisectoriales lideradas por la comunidad incorporando la preparación para una pandemia en los sistemas locales y garantizando una amplia participación de todo el gobierno, la sociedad civil y la ciencia.


