Comunicado de www.vaticannews.va —
El patriarca ecuménico de Constantinopla, Bartolomé, recibió a algunos de los participantes en la iniciativa «Med25 – Bel Espoir», encabezados por el cardenal arzobispo de Marsella, Jean-Marc Aveline. «En un mundo marcado por los conflictos, vuestro testimonio es aún más valioso», declaró el patriarca.
Giovanni Zavatta – Ciudad del Vaticano
«Vienen de las costas del Mediterráneo, un mar de luz, pero también de lágrimas. Han navegado por donde tantos hombres y mujeres perecieron con la esperanza de un futuro mejor. Mientras caminaban por los muelles de tantos puertos, han escuchado los gritos de angustia, pero también los cánticos de solidaridad. Aquí, en este mar interior de nuestra humanidad, se escribe hoy un nuevo capítulo en el diálogo entre los pueblos, entre las religiones y entre las generaciones». Es uno de los pasajes más significativos del discurso pronunciado el domingo 6 de julio, por el patriarca ecuménico de Constantinopla, Bartolomé, al recibir en el Fanar, entre otros, a algunos participantes en la iniciativa «Med25 – Bel Espoir», encabezados por el cardenal arzobispo de Marsella, Jean-Marc Aveline.
El diálogo para que prevalezca la paz
Dirigiéndose a los fieles tras la liturgia divina celebrada en la catedral de San Jorge, en particular a los peregrinos procedentes de Francia, el primado ortodoxo subrayó la importancia del diálogo como medio para resolver cualquier controversia y para que prevalezca la paz en el mundo. A los jóvenes que navegan por el Mediterráneo los exhortó a tener valor, a no tener miedo al diálogo: «No tengan temor del prójimo, aunque rece de otra manera, aunque comprenda a Dios de otra manera, porque en cada persona habita una chispa divina, una presencia misteriosa de Aquel que nos creó a su imagen y semejanza. El diálogo comienza con una mirada, un gesto, una palabra amable, donde Cristo, Palabra de Dios, se convierte en el vínculo que une todo. El diálogo comienza cuando aceptamos experimentar la alteridad». Y en un mundo «tenso, marcado por tantos conflictos —en Ucrania, en Tierra Santa, en Oriente Medio, en África—, su testimonio como jóvenes cristianos es aún más valioso», dijo Bartolomé.
Los jóvenes del «Bel Espoir »
Desde marzo hasta octubre, con salida desde Barcelona y llegada a Marsella, casi doscientos jóvenes de entre 20 y 35 años, de todas las nacionalidades, culturas y religiones, divididos en ocho grupos, se turnan a bordo del velero «Bel Espoir». Respondiendo al llamamiento del Papa Francisco para construir la paz en el Mediterráneo, viajan de una costa a otra participando en sesiones de formación sobre la paz, organizando conferencias y festivales en cada puerto de escala y viviendo una experiencia de encuentro y fraternidad que sentará las bases para el futuro. El espíritu es el de los Encuentros del Mediterráneo de Bari (2020), Florencia (2022), Marsella (2023) y Tirana (2024). Las asociaciones Mar Yam y Bel Espoir (Amis de Jeudi Dimanche) están coordinadas directamente por la archidiócesis de Marsella, dirigida por el cardenal Aveline, a quien el papa Francisco ha confiado la misión de promover y construir la paz en el Mediterráneo. Alrededor de treinta puertos serán los que, al final, serán alcanzados por esta moderna «odisea».
En Estambul, el programa incluía una visita a la iglesia de San Salvador en Chora y al convento dominicano, donde fueron recibidos por el padre Claudio Monge, profesor de interculturalidad de las religiones, que lleva veintidós años en Turquía, y una mesa redonda sobre la ecología integral al servicio de la paz. En la catedral católica armenia se celebró una misa en presencia del cardenal arzobispo de Marsella. Entre las visitas también se incluyó la mezquita de Solimán el Magnífico y otros lugares emblemáticos de Estambul. Mañana, 8 de julio, se reanudará la navegación hacia Grecia.
El futuro del cristianismo en un mundo fragmentado
«El diálogo —dijo Bartolomé en su alocución— no es una opción facultativa, sino una obligación evangélica; no es un lujo reservado a los teólogos, sino un deber cristiano inscrito en el corazón de nuestra vocación de bautizados. ¿Cómo podemos decir que amamos a Dios, a quien no vemos, si no amamos a nuestros hermanos y hermanas, a quienes vemos? (cf. 1 Juan, 4, 20)». El patriarca ecuménico se refirió luego al fructífero diálogo entre la Iglesia ortodoxa y la Iglesia católica, desde el «histórico encuentro entre el patriarca Atenágoras y el Papa Pablo VI en Jerusalén en 1964» hasta los encuentros con Juan Pablo II, Benedicto XVI, Francisco y León XIV, «porque el futuro del cristianismo en este mundo fragmentado depende de nuestra capacidad de caminar, dar testimonio y servir juntos». Y recordó con especial emoción la visita del Papa Francisco a la isla de Lesbos, el 16 de abril de 2016, recibido junto con el arzobispo de Atenas y de toda Grecia, Ieronymos: «Ese día declaramos que “como líderes de nuestras respectivas Iglesias, estamos unidos en el deseo de paz y en la preocupación por promover la resolución de los conflictos a través del diálogo y la reconciliación”».
Se publicó primero como Paz y diálogo en el Mediterráneo, los jóvenes del «Bel Espoir» en Estambul