Comunicado de www.vaticannews.va —
Más de 900 hermanas de 75 países diferentes se reúnen del 5 hasta el 9 de mayo en Roma bajo el tema «La vida consagrada, una esperanza que transforma», entre testimonios de todo el mundo y el relato de la Presidenta de la Unión Internacional de Superioras Generales (UISG), Sor Mary T. Barron.
Guglielmo Gallone – Ciudad del Vaticano
Más de 900 religiosas de 75 países diferentes se han reunido este lunes 5 de mayo de 2025 en el hotel Ergife Palace de Roma para dar comienzo a la XXIII Asamblea Plenaria de la UISG, la Unión Internacional de Superioras Generales. El tema, «Vida consagrada: una esperanza que transforma», invita a las religiosas a reflexionar sobre su misión como signo de esperanza y transformación en el mundo actual. Un desafío que hoy es aún más central porque está en plena continuidad con el Papa Francisco, que a lo largo de su pontificado siempre ha recordado la «capacidad de discernir, en todas partes, signos de esperanza, la irrupción de lo posible en lo imposible».
La intervención de Sor Mary T. Barron
Sor Mary T. Barron, superiora general de la Congregación de las Hermanas de Nuestra Señora de los Apóstoles y presidenta de la UISG, en declaraciones a los medios de comunicación vaticanos, reitera: «Cuando planeamos esta conferencia, no podíamos imaginar que tendría lugar en este contexto particular, en el que nuestro querido Papa Francisco ha regresado a la Casa del Padre y en la semana en la que los cardenales se reunirán en Cónclave».
Con un espíritu de oración y cercanía, prosigue la consagrada, «tendremos algunas aportaciones teológicas sobre el sentido de la esperanza para un cristiano y para la vida consagrada. Escucharemos a personas que ofrecen esperanza en circunstancias difíciles como Myanmar, la frontera entre Estados Unidos y México y el Amazonas».
Porque, continúa la presidenta citando la Carta de San Pablo a los Romanos (5,5) y las palabras del Papa Francisco, «la esperanza no defrauda. Nunca. Y esa esperanza, para nosotros los cristianos, no es mero optimismo, sino que está arraigada en la fe. Es la certeza de que con Dios todo es posible».
Una certeza basada en una fuerte identidad comunitaria: «Uno de los puntos fuertes de la vida consagrada es la fraternidad global. En un mundo cada vez más nacionalista, la vida religiosa muestra que la comunión es posible, que podemos apoyarnos mutuamente más allá de todas las barreras».
En efecto, recorriendo el hall del hotel Ergife Palace, podemos contar no menos de 13 puestos de traducción y más de 90 mesas para los trabajos. Nos encontramos con una hermana de Myanmar que, aunque decide permanecer en el anonimato, no se priva de dar su precioso testimonio de ese país atormentado por la guerra y las catástrofes humanitarias, la última de ellas el terremoto del pasado 28 de marzo:
«En Myanmar, las Hermanas de San Francisco Javier están presentes desde hace 128 años. Hoy somos más de 450 y todas sentimos que este país tiene una gran necesidad de paz. Vivimos junto a los que huyen, ofreciéndoles refugio, comida y cuidados. Algunas estructuras han sido bombardeadas o destruidas por el reciente terremoto. Sin embargo, ninguno quiere irse. Esta es nuestra misión: sufrir juntos. Así que esperamos que el nuevo Pontífice siga rezando por nosotros como hizo Francisco, que nos puso en lo más alto de sus oraciones y vino a Myanmar cuando tantos ni siquiera saben dónde está. Él nos dio esperanza. La misma esperanza que tenemos hoy aquí».
Voces de Brasil y el Congo
Si el continente más representado es Europa, con 1046 superioras, 184 proceden de Asia, 166 de África, 28 de Oceanía y 479 de América. Entre ellas estaba la Superiora General de las Hermanas Hospitalarias, Idília María Moreira G. Carneiro, de Brasil, según la cual «el tema de la vida consagrada tiene una fuerza profética muy grande en sí mismo, porque es un testimonio visible de que los valores del Evangelio siguen marcando e iluminando el camino de tantas personas».
Después del regreso del Papa Francisco a la Casa del Padre y de su legado tan importante para la propia vida consagrada, también es hermoso vivir esta asamblea en la que sentimos que hemos recibido una herencia enorme».
La hermana Bridgitte, por su parte, procede de la República del Congo y destaca cómo este encuentro es «muy beneficioso para nuestra vida consagrada» porque «nos permite unirnos más, conocernos y avanzar juntas por la misma misión. Y además nos permite, como mujeres consagradas, ser verdaderas madres de la Iglesia y estar al pie de la cruz como lo hizo la Virgen María». Después de la muerte del Papa Francisco y en el momento del Cónclave, como mujeres consagradas, como madres espirituales, estamos presentes con la oración, la adoración, la Eucaristía y en estrecha relación con Cristo para que el Papa que venga esté en la visión del amor, de la sinodalidad y de la paz».
El programa
La jornada de mañana explorará cómo la vida consagrada representa una esperanza transformadora, el 7 de mayo se escucharán las historias de religiosas portadoras de esperanza en situaciones difíciles, y el 8 de mayo se dedicará al intercambio de experiencias y al establecimiento de una Declaración final. La Asamblea Plenaria concluirá el 9 de mayo.
Los miembros de la UISG son más de 1900 superioras generales cuyas casas generalicias están distribuidas en 97 países del mundo: en Europa, 25 países y 1046 superioras; en Asia, 16 países y 184 superioras; en América, 30 países y 479 superioras; en África, 22 países y 166 superioras; en Oceanía, 4 países y 28 superioras.
Se publicó primero como Religiosas del mundo: tejiendo esperanza en tiempos de cambio