Desde la invasión a gran escala de Rusia en 2022, Ucrania ha sufrido incesantes ataques aéreos y con aviones no tripulados, perturbando la vida cotidiana y poniendo en peligro la seguridad.
Antes de Día Internacional de las Migraciones el 18 de diciembreElvira explica cómo el arte y el poder silencioso de la creatividad la ayudaron a superar tres años tumultuosos.
Mientras Kiev soporta el peso de la guerra, en la sala de exposición de la ceramista tártara de Crimea Elvira Demerdzhi, sus cerámicas ofrecen un frágil refugio y un recordatorio del hogar.
Raíces de Crimea
La historia de Elvira comienza mucho antes de que ella dé forma a su primer trozo de arcilla. Su madre, embarazada de ella, regresó a Crimea desde Uzbekistán en 1989, cuando los tártaros de Crimea regresaban a casa después de décadas de exilio.
Su abuela, deportada a la edad de nueve años en 1944, es la única superviviente de su familia.
Elvira Demerdzhi produce vasijas inspiradas en la cerámica tradicional tártara de Crimea.
El bisabuelo de Elvira, que luchó contra la Alemania nazi en ese momento, fue exiliado y se reunió con ella años después.
La familia reconstruyó su vida en Crimea, donde Elvira creció, libre para vagar por la costa sur de la que una vez la habían arrancado.
Antes de dedicarse a la cerámica, Elvira trabajó durante doce años como bailarina e intérprete profesional.
Anexión rusa de Crimea
Después de la anexión de Crimea por parte de Rusia en 2014, perdió su hogar y su desplazamiento la empujó hacia nuevas formas de expresión. Atraída por algo más estable, se matriculó en un taller privado de cerámica en Kiev y se propuso aprender todo lo que pudiera, incluso cómo administrar un negocio.
La arcilla se ha convertido a la vez en un oficio y una forma de autodescubrimiento. “Cuando fui desplazado tras la anexión, comencé a estudiar las tierras de los tártaros de Crimea y me di cuenta de lo poco que sabíamos sobre nuestra patria. »
Para Elvira, cada pieza está anclada en los lugares que lleva dentro, reflejando los paisajes y recuerdos de su infancia y su identidad.
Su taller, “Cerámica Aqyar”, lleva el nombre de la ciudad tártara de Crimea de su ciudad natal, Sebastopol. Si bien la cerámica tradicional tártara de Crimea es conocida por sus coloridos adornos florales, Elvira optó por un enfoque moderno y minimalista. Trabaja principalmente con arcilla de piedra.
Elvira Demerdzhi vende su trabajo a través de su marca Aqyar Ceramics.
Cuando Rusia invadió Ucrania, Elvira buscó refugio temporal en los Países Bajos. Podría haberse quedado, pero regresar a Kiev le parecía necesario porque era su hogar.
Sólo en octubre de 2025, Rusia lanzó 269 misiles contra Ucrania, la cifra más alta registrada en los primeros diez meses del año, según cifras oficiales. Después de períodos de bombardeos tan intensos, las ventas suelen caer drásticamente.
Apoyo empresarial de la OIM
“La artesanía necesita estabilidad y, por ahora, sólo puedo soñar con tener eso para mi negocio”, afirmó Elvira.
Aun así, algunos días traen pequeñas señales de progreso.
Familias de militares asisten a sus clases magistrales, apreciando la concentración y calma que requiere el barro. Los clientes buscan regalos significativos. Restaurantes y hoteles realizan pedidos de vajillas hechas a mano.
Este año, Elvira recibió una beca empresarial de Organización Internacional para las Migraciones (OIM), lo que le permitió adquirir equipos y materiales adicionales. Con la abuela pudo colaborar con otros ceramistas y asumir grandes pedidos.
Elvira Demerdzhi ofrece platos que reflejan sus raíces tártaras de Crimea.
Entre 2022 y 2025, la OIM ayudó a más de 1.800 micro y pequeñas empresas ucranianas a mantenerse a flote a pesar de las presiones de una economía de guerra.
Reconstruir su negocio es sólo una parte de la vida de Elvira. También está criando a su hijo de seis años, con la esperanza de transmitirle su herencia tártara de Crimea cuando esté preparado.
“Él sabe de dónde viene, pero quiero protegerlo un poco más”, dijo.
Publicado anteriormente en Almouwatin.


