Comunicado de www.vaticannews.va —
Tiene once años y medio, es de Dnipró, en el este del país, cerca de la línea del frente. Habla de sus sueños, pasiones y esperanzas: “Cuando tengo miedo, me abrazo a las personas y a las cosas más bonitas. Después de la guerra, nacerá un país mejor”.
Svitlana Dukhovych – Ciudad del Vaticano
Sofía tiene once años y medio. Llegó a Roma con sus padres desde Ucrania, desde Dnipró, la capital de una región que linda con la línea del frente, para una breve visita. La conocimos por casualidad en una de las calles de Roma, y durante una corta conversación con su familia, nos impresionaron de inmediato su vitalidad y su espíritu abierto. En esta entrevista, Sofía nos habla de su vida y de la escuela —en una ciudad que con frecuencia sufre los bombardeos rusos—, así como de sus pasiones y los sueños que guarda para el futuro de su país.
Sofía, ¿cómo son tus clases en este momento?
Ahora estudiamos de forma presencial o a través del estudio individual. Eso significa que aprendemos en casa, por nuestra cuenta: los profesores explican la materia y luego uno hace solo los ejercicios, tanto los que normalmente se harían en clase como los deberes de casa.
¿Te gusta estudiar?
Sí, me gusta. Claro que a veces, cuando tengo clases individuales en línea, me siento un poco sola. Ir al colegio es más divertido.
¿Qué pasa cuando suena la alarma antiaérea durante las clases?
En cuanto suena, bajamos inmediatamente al refugio y nos quedamos allí hasta que termina.
¿No tienes miedo?
Bueno… sí, porque nunca se sabe cómo puede evolucionar la situación. Si, por ejemplo, hay un alto nivel de peligro porque se ha lanzado un misil, da mucho miedo.
¿Sus maestros los ayudan de alguna forma en esos momentos?
Sí. En el refugio hay una oficina para la psicóloga y otra para la enfermera, por si hace falta asistencia médica. En general, no está mal, aunque el problema es que hay poco espacio y falta aire. A veces, si la alarma suena durante la clase, seguimos estudiando después; otras veces no.
¿Toda la escuela baja al refugio?
Sí, pero estudiamos en dos turnos, para que todos los estudiantes puedan entrar.
¿Cómo pasas el tiempo después de las clases?
Hago los deberes y descanso. Yo voy al colegio en el segundo turno, así que por la mañana tengo poco tiempo y por la noche debo estudiar, aunque también quisiera descansar. Además, tengo clases extra: toco el piano y dibujo, así que también dedico tiempo a eso. Practico piano todos los días en casa y tengo clases con mi profesora dos o tres veces por semana.
La guerra ya dura más de tres años y medio. ¿Cuánto crees que influye en tus estudios y en tu estado de ánimo?
Soy optimista. A veces trato de distraerme de lo que me rodea y dejar que el tiempo siga su curso. Lo que hay ahora, es lo que hay; lo que venga después, será después. No puedo controlarlo todo: hay cosas que puedo cambiar y otras que no, así que las acepto como son. Claro que todo esto afecta la vida, el ánimo, las emociones. No todo es color de rosa. Hay momentos difíciles, muy difíciles. A veces da miedo… Pero mientras viva, vivo, y disfruto de la vida todo lo que puedo.
¿Qué haces cuando tienes más miedo?
Trato de estar cerca de mis seres queridos y de las cosas que más me gustan. Eso me da tranquilidad.
¿La guerra ha cambiado tu relación con tus amigos y compañeros de clase?
Un poco sí, porque ahora ya no estoy en contacto con todos. Algunos se fueron al extranjero, y eso duele mucho, porque ahora comunicarnos es más difícil. Algunos amigos cercanos están lejos, y claro, es complicado. A veces logramos volver a hablar, otras no. Trato de mantener el contacto como sea, para no olvidarlos.
¿Qué te gustaría ser cuando seas grande?
Esa pregunta me resulta muy difícil. No lo he decidido del todo, pero desde pequeña he pensado en tres profesiones. Me gusta mucho el arte —me encanta dibujar— y también la música. He pensado en esas dos carreras. Pero también me gustaría ser programadora.
Esperamos que la guerra termine pronto. Todos los adultos deseamos que acabe, sobre todo por ustedes, los niños y adolescentes. ¿Cómo imaginas la Ucrania en la que crecerás?
Será la Ucrania del futuro, sin duda mejor que la del pasado. Los niños que crezcan deseando un futuro mejor, y que quizá no estén tan marcados por la guerra, ayudarán al país a desarrollarse para que sea incluso mejor que antes y nunca vuelva a pasar lo que estamos viviendo ahora.
¿Quieres añadir algo más?
Quiero decir que todo saldrá bien. Ucrania resistirá, estoy segura desde el principio de la guerra, y no tengo ninguna duda. Todo volverá a ser como antes, e incluso mejor. Todo lo malo que ha pasado, al final, quedará atrás. Y al final todo irá bien, muchísimo mejor.
Gracias, Sofía. Creo que eso también ocurrirá gracias a ti.
Gracias.
Se publicó primero como Ucrania, la historia de Sofía: adolescencia y escuela bajo el sonido de las sirenas


