«Las instalaciones de salud son el lugar donde los vulnerables buscan curación. Sin embargo, sin agua, saneamiento e higiene adecuados, para demasiadas personas, la atención esperada puede convertirse en un daño involuntario», afirmó el Dr. Hans Kluge, Director Regional para Europa de la Organización Mundial de la Salud (OMS).
Tras enfatizar que la atención sanitaria “está siendo puesta a prueba como nunca antes”, el Dr. Kluge insistió en que reforzarla es una inversión para resistir las crisis.
Como parte de este trabajo, una reunión liderada por la ONU en Budapest esta semana tuvo como resultado que más de 40 países adoptaran un programa para construir sistemas de agua, saneamiento e higiene más resilientes y equitativos, a menudo denominados colectivamente WASH.
La séptima sesión de la Reunión de las Partes en el Protocolo sobre Agua y Salud está codirigida por la Comisión Económica de las Naciones Unidas para Europa (CEPE) y la agencia de salud de las Naciones Unidas.
El Protocolo sobre Agua y Salud permanece el único tratado internacional jurídicamente vinculante vinculando explícitamente la protección ambiental, la gobernanza del agua y la salud pública. Ha ayudado a los países a traducir los compromisos en mejoras concretas, como ampliar el agua potable, proteger la biodiversidad e impulsar la vigilancia de enfermedades.
Sin embargo, persisten desafíos importantes. Además de los 118 millones de personas en Europa cuyas instalaciones sanitarias carecen de servicios básicos de saneamiento, otros 70 millones carecen de acceso a agua potable gestionada de forma segura y 185 millones no cuentan con servicios sanitarios seguros. Estas vulnerabilidades no hacen más que profundizarse a medida que las sequías, las inundaciones y las amenazas cibernéticas perturban cada vez más los servicios.
«El Protocolo es un ejemplo de cómo la cooperación multilateral impacta nuestra vida cotidiana, pero todavía tenemos mucho trabajo por delante», dijo la Secretaria Ejecutiva de la CEPE, Tatiana Molcean.
Herramientas prácticas, relevancia global
El Protocolo proporciona una caja de herramientas de recursos basados en evidencia, como un sistema de puntuación de acceso equitativo y planificación de la seguridad del agua, que ya se utiliza en más de 30 países. El acuerdo internacional ha apoyado al menos 1.500 evaluaciones de instalaciones y ha ayudado a informar políticas en escuelas, hospitales y planificación urbana.
Los países de toda la región paneuropea se han comprometido a garantizar agua potable y saneamiento para todos, a través de compromisos como la Declaración de Budapest y los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), “pero nadie te dice cómo hacerlo. Eso es lo que el Protocolo tiene para ofrecer”. destacó Marta Vargha, vicepresidenta del Protocolo.
Las medidas concretas previstas en el Protocolo incluyen esfuerzos para garantizar agua potable, saneamiento e higiene menstrual en las escuelas; monitorear las aguas residuales en busca de virus peligrosos, incluido el COVID-19; abordar la propagación de la bacteria Legionella en los sistemas de agua domésticos y desarrollar planes para servicios de agua neutros en carbono.
Antes de la cumbre climática de la ONU en Brasil, la CEPE instó a los gobiernos a poner los sistemas de agua y saneamiento en el centro de la resiliencia climática, un mensaje destacado por el Secretario General António Guterres en un mensaje a la reunión: “El progreso en agua y saneamiento respalda el progreso en múltiples Objetivos de Desarrollo Sostenible”.


