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La presencia de la Iglesia asusta a quienes quieren destruir la Amazonía

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Comunicado de www.vaticannews.va — La presencia de la Iglesia asusta a quienes quieren destruir la Amazonía

El testimonio del joven misionero salesiano, el padre Wellington Abreu: «Las comunidades indígenas nos acogen, felices con nuestra presencia, pidiéndonos que no nos vayamos. La presencia de la Iglesia es profética: va más allá de la religión. Protege la vida y lo que nos rodea».

Guglielmo Gallone – Ciudad del Vaticano

«La presencia de la Iglesia en las selvas de la Amazonía da miedo. No a las comunidades indígenas, sino a quienes quieren invadir y explotar este territorio para obtener minerales y destruir la naturaleza. Nosotros somos una barrera»: las palabras del padre Wellington Abreu son recogidas por los medios vaticanos justo cuando los grandes del mundo están en Brasil para la Cop30 de Belém, ciudad que es la puerta de acceso a la región amazónica. Y nos recuerdan cómo el compromiso cotidiano y valiente por el destino del mundo se juega también —y sobre todo— lejos de los reflectores, en la concreción de los gestos.

El compromiso de los salesianos en la Amazonía

El Padre Wellington es un joven sacerdote salesiano, párroco de San Miguel Arcángel en Iuareté, en la diócesis de São Gabriel da cachoeira. l l.dorado significa «cabeza del jaguar». Es un cruce de trece etnias y cinco lenguas donde el río es vida, el bosque es hogar, y ciertos árboles son sagrados. Basta pensar en Cabeça da Onça, «la cabeza del tigre», una aldea situada a lo largo del río Papuri, habitada por los Hupda, un pueblo indígena que vive de la caza, la pesca y el cultivo de mandioca, sin acceso a internet.

El año pasado, la presencia constante de los salesianos llevó a un resultado extraordinario: 46 indígenas, el 95 por ciento de la comunidad Hupda, fueron bautizados después de un año intenso de catequesis. Y sin embargo, la zona septentrional de la Amazonía sigue siendo un punto vulnerable: donde hay frontera, llegan los narcotraficantes; donde hay minerales, llegan los invasores. Y aquí la ley no basta, la señal telefónica no existe, el Estado está lejos. ¿Quién permanece al lado de estas personas?

Proteger la vida y lo que la rodea

«Nosotros, gracias a Dios, logramos estar presentes y preservar la naturaleza —retoma el padre Wellington—, pero las cosas no van igual de bien en la región vecina, Roraima, donde hace dos años la llegada de los buscadores de oro destruyó el río, mató a muchos animales y enfermó gravemente a la población. Creo que nuestra presencia da miedo a estos grupos que quieren invadir el ambiente. Y lo entendemos cuando las comunidades indígenas nos acogen, felices con nuestra presencia, pidiéndonos que no nos vayamos. Diría que es la presencia de la Iglesia la que es profética: va más allá de la religión. Protege la vida y lo que nos rodea. Es una idea concreta de ecología integral.»

Distancias y narcotráfico: los principales problemas

Una idea nada fácil de aplicar, sin embargo. En la Amazonía existe, ante todo, el problema de las distancias. «Nuestra provincia es la de Manaos —cuenta el sacerdote—, y de Manaos a São Gabriel da Cachoeira son casi dos horas de avión o cuatro días de barco. Luego, de São Gabriel a mi aldea se necesitan 12 horas de barco con un motor de 40 caballos, para un máximo de ocho personas. Otro problema: el costo del combustible, altísimo. A veces tenemos que caminar de 4 a 6 horas.»

Después, hay que considerar otro problema: el narcotráfico. «Estamos en una zona fronteriza —continúa el padre Wellington— y el año pasado tuvimos problemas con unos traficantes llegados de Colombia: querían invadir nuestro espacio para recuperar terreno. Con la ayuda de los militares, ahora la situación está tranquila, pero el tráfico de drogas pasa por la frontera y llega a otras ciudades de Brasil, terminando por involucrar también a la comunidad indígena y, sobre todo, lamento decirlo, a los más jóvenes: para ellos se trata de dinero fácil.»

La esperanza en los jóvenes

Y sin embargo, concluye Wellington, «esto hace que nuestra presencia sea aún más importante: con nuestras seis escuelas queremos ayudar a los más de 300 jóvenes que están con nosotros y ayudar a los habitantes de la Amazonía a tomar conciencia de la vida, de su belleza. Estar presentes: no solo en la relación con Dios, sino en hacer descubrir la alegría de la vida».

Se publicó primero como La presencia de la Iglesia asusta a quienes quieren destruir la Amazonía

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