Comunicado de www.vaticannews.va —
En la Oficina de Prensa de la Santa Sede, la Federación Internacional de Asociaciones Médicas Católicas y la Pontificia Academia para la Vida organizaron un encuentro con los periodistas al cierre del congreso que tuvo lugar en los últimos días en Roma. El presidente de la PAV, en diálogo con los medios vaticanos, acotó que no se trata de calificar las nuevas herramientas como “buenas” o “malas”, sino de comprenderlas sin prejuicios.
Edoardo Giribaldi – Ciudad del Vaticano
No debemos caer en la tentación de “humanizar” la tecnología ni de “mecanizar” al ser humano. La Inteligencia Artificial no es intrínsecamente “buena” ni “mala”; depende del uso que hagamos de ella. La sensibilidad y la empatía siguen siendo cualidades insustituibles, imposibles de reproducir por ningún algoritmo. Del mismo modo, el paciente no es una cifra ni un caso clínico, sino una persona con emociones y temores. La IA, bien empleada, puede ser una herramienta valiosa al servicio de la salud y del bien común: no una “vía rápida”, sino un medio para hacer que la atención médica sea más justa y accesible.
Estos fueron algunos de los temas tratados hoy, miércoles 12 de noviembre, durante el punto de encuentro celebrado en la Oficina de Prensa de la Santa Sede, al cierre del congreso internacional “IA y Medicina: el desafío de la dignidad humana”. El evento —organizado conjuntamente por la Federación Internacional de Asociaciones Médicas Católicas (FIAMC) y la Pontificia Academia para la Vida (PAV)— se desarrolló en cuatro sesiones, que culminaron con la publicación de un documento final difundido anoche. Esta mañana, los participantes también asistieron a la audiencia general con el Papa León XIV.
En la conferencia participaron monseñor Renzo Pegoraro, presidente de la PAV; el doctor Bernard Ars, presidente de la FIAMC; el doctor John Lane, vicepresidente de la FIAMC; la profesora Therese Lysaught, miembro de la PAV; y el doctor Otmar Kloiber, secretario general de la Asociación Médica Mundial.
Pegoraro: las religiones pueden contribuir al desarrollo de la IA
Monseñor Renzo Pegoraro presentó las principales conclusiones del congreso, destacando que el encuentro analizó la relación médico-paciente, las posibilidades de la IA en el diagnóstico y el pronóstico, y su impacto en el ámbito epidemiológico, sin dejar de lado la conciencia de los riesgos. “Otra característica fundamental fue su dimensión internacional”, añadió, “con aportes de la India, América Latina, Europa y Estados Unidos, que permitieron comprender experiencias y desafíos globales”.
Entrevistado por los medios vaticanos, Pegoraro advirtió sobre el riesgo de “convertir la salud y la enfermedad en simples datos numéricos, reduciendo la relación médico-paciente a un vínculo puramente técnico. El médico debe conocer los datos y su dinámica, pero no puede limitarse a una función técnica: el paciente es una realidad compleja, hecha de emociones, miedos y sentimientos”.
El prelado insistió en la importancia de mantener en el centro la dimensión humana y relacional del cuidado, aun aprovechando la IA para agilizar diagnósticos, acceder rápidamente a la literatura científica y apoyar la elección de terapias.
“La capacidad de personalizar el tratamiento sigue siendo una competencia médica insustituible”, aseguró Pegoraro.
También explicó el papel de la Iglesia en la orientación ética del uso de las nuevas tecnologías: “No se trata de decidir de inmediato si herramientas como ChatGPT son ‘buenas’ o ‘malas’, sino de entender cómo funcionan, si son transparentes, no discriminatorias y libres de sesgos”.
El presidente de la PAV recordó ejemplos de cooperación internacional: “El Rome Call for AI Ethics fue firmado por grandes empresas tecnológicas y por las religiones abrahámicas; el año pasado, en Hiroshima, también participaron el budismo, el hinduismo y el taoísmo en iniciativas similares”. Esto demuestra —dijo— que las grandes religiones pueden contribuir a proteger a la humanidad y su futuro, “dialogando con las empresas y las instituciones”.
Ars: del congreso surgen aportes valiosos para el futuro
El doctor Bernard Ars destacó el éxito del congreso, que calificó como “una colaboración nueva y fructífera”.
“El nivel de las discusiones fue muy alto, con intervenciones de gran calidad y debates interdisciplinarios e interculturales, en los que participaron tanto profesionales experimentados como jóvenes médicos. Ha sido una reflexión que ofrece referencias importantes para el futuro”, afirmó.
Lane: mantener el elemento humano en la atención médica
El doctor John Lane, vicepresidente de la FIAMC, consideró el congreso “extraordinario”, por haber sabido combinar la perspectiva técnica con la reflexión filosófica sobre la inteligencia artificial.
“El mensaje clave que me llevo —dijo— es la importancia de preservar el elemento humano en la prestación de cuidados, evitando que las relaciones personales entre médico y paciente sean reemplazadas por algoritmos. Cuidar a una persona es un trabajo exigente, como toda relación humana, y no podemos aceptar atajos que deshumanicen la práctica médica».
Lane también destacó el papel de la Iglesia en guiar el desarrollo ético de la IA “con un trabajo intenso y constante”.
Lysaught: llevar las cuestiones éticas a los responsables del sector IA
La profesora Therese Lysaught subrayó que la inteligencia artificial representa un cambio de paradigma también para la bioética católica.
“Tradicionalmente, la bioética reacciona ante los avances; hoy, gracias al trabajo de la PAV y al apoyo del Papa, podemos colocar estos temas en el centro de las discusiones de manera proactiva, resaltando lo positivo que hemos visto en estos tres días de diálogo”.
Lysaught observó el entusiasmo y la sorpresa que generan los desarrollos tecnológicos.
“Para la medicina, este enfoque resulta fascinante, casi de ciencia ficción, como en viaje a las estrellas. Desde la perspectiva de la salud global, informes provenientes de la India y de Cataluña muestran cómo estas tecnologías pueden promover la salud y su acceso, ofreciendo nuevas esperanzas a los profesionales del sector”.
Interesada en las cuestiones filosóficas y teológicas, destacó las tensiones entre la tendencia a “humanizar” la tecnología y la de “mecanizar” al ser humano. “Reconocer y debatir estas dinámicas es esencial”, afirmó. Finalmente, planteó nuevas preguntas sobre el uso de la IA para mejorar la eficiencia de los sistemas sanitarios y su papel al servicio del bien común: “Muchos responsables del sector aún no han considerado estos temas. Contribuir a esa reflexión es una tarea clave para nosotros”, concluyó.
Kloiber: evitar reducir la interacción humana con el paciente
El doctor Otmar Kloiber, secretario general de la Asociación Médica Mundial, precisó que la inteligencia artificial está penetrando rápidamente en la medicina, uno de los ámbitos donde esta tecnología avanza con mayor velocidad en la vida cotidiana. Reconoció sus beneficios: acelerar diagnósticos y tratamientos, mejorar la precisión e incluso hacer las terapias más “personalizadas”.
Sin embargo, advirtió también sobre los riesgos:
“La IA puede reducir la interacción humana con el paciente y transformarse en un instrumento para ofrecer atención de bajo costo solo a quienes no pueden permitirse un médico. Además, al invadir nuestros espacios, la tecnología puede aumentar el estrés y generar nuevas desigualdades sociales”.
Según Kloiber, los ciudadanos tienen un papel esencial en definir el rumbo que debe tomar la IA.
“Conferencias como esta, en las que se comparten visiones, opiniones, pero también fe y esperanza, son fundamentales para planificar y orientar el uso de la inteligencia artificial en la medicina”, finalizó.
Se publicó primero como IA y medicina, Pegoraro: el paciente es un conjunto de emociones


