Comunicado de www.vaticannews.va —
En 2024, el gasto militar mundial alcanzó los 2,7 billones de dólares, mientras que el déficit de financiación para los Objetivos de Desarrollo Sostenible se mantiene en 4 billones de dólares anuales. Por cada dólar invertido en la paz, dos se gastan en guerra. El arzobispo Caccia, Observador Permanente de la Santa Sede ante las Naciones Unidas, declaró: «Cada aumento del gasto militar representa recursos que podrían utilizarse para construir una paz duradera».
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«La visión del multilateralismo orientada al bien común contradice el contexto actual de aumento del gasto militar y disminución de los compromisos con la Ayuda Oficial al Desarrollo (AOD)». Con estas palabras, el arzobispo Gabriele Caccia, Observador Permanente de la Santa Sede ante las Naciones Unidas, resumió la paradoja de nuestro tiempo: en 2024, el gasto militar mundial alcanzó los 2,7 billones de dólares, mientras que el déficit de financiación para los Objetivos de Desarrollo Sostenible se mantiene en 4 billones de dólares anuales. Esto significa que, por cada dólar invertido en la paz, dos se gastan en guerra; que los recursos destinados a la vida siguen siendo superados por aquellos destinados a la destrucción.
Una paradoja que socava el multilateralismo
«Cada aumento del gasto militar», advirtió Caccia, «representa recursos que podrían utilizarse para satisfacer las necesidades básicas de las personas y construir una paz duradera». En lugar de invertirse en salud, educación o sistemas alimentarios, estos fondos, añadió el diplomático, citando al Papa León XIV, se desvían a armas «que destruyen vidas y medios de subsistencia». «Esta paradoja», añadió, «socava el espíritu de fraternidad en el que se fundamenta el multilateralismo, haciendo inalcanzable el objetivo del desarrollo sostenible».
Plena confianza en las Naciones Unidas
Para revertir esta tendencia, la Santa Sede reafirmó su plena confianza en el multilateralismo, «el único camino viable hacia el progreso», y en la ONU, «que sigue representando un faro de esperanza para el multilateralismo. En un mundo cada vez más desgarrado por el conflicto y la división, esta institución encarna la convicción de que el diálogo y la cooperación son los únicos caminos duraderos hacia la paz y el desarrollo», afirmó el arzobispo Caccia. Además, «dicha cooperación se considera el camino al que debe comprometerse toda la comunidad internacional».
La carga de la deuda
Más aún porque, hoy en día, este desequilibrio se ve agravado por la carga de la deuda, que asfixia especialmente a los países menos adelantados, los países sin litoral y las pequeñas islas, condenándolos así a una dependencia estructural. En una segunda declaración, el arzobispo Caccia enfatizó que «están en juego tanto el logro del desarrollo integral para todos como el principio de que cada país debe ser tratado con igual respeto y como un socio igualitario dentro de la comunidad internacional».
Por lo tanto, denunció «la carga insostenible de la deuda» y reiteró la necesidad de su condonación: en el Año Jubilar, para la Santa Sede, esto, insistió el arzobispo Caccia, «no es una opción de política económica, sino un imperativo moral». Porque «el sistema financiero mundial debe orientarse a la búsqueda del bien común de toda la familia humana». Y, en este sentido, la comunidad internacional está llamada a un renovado sentido de corresponsabilidad.
Se publicó primero como Santa Sede en la ONU: Reducir el gasto militar, cancelar la deuda de los países pobres