Comunicado de www.vaticannews.va —
El arzobispo Gabriele Caccia, observador permanente de la Santa Sede ante las Naciones Unidas, reitera que el espacio ultraterrestre es un «bien común» que debe protegerse en beneficio de las generaciones futuras. Por lo tanto, no debe explotarse en beneficio exclusivo de Estados o entidades privadas.
Edoardo Giribaldi – Ciudad del Vaticano
La amenaza actual que representan las armas que pueblan el espacio ultraterrestre constituye un riesgo «grave» y real para la paz y la seguridad internacionales. Así lo afirmó el arzobispo Gabriele Caccia, observador permanente de la Santa Sede ante la ONU, en su intervención de ayer, 27 de octubre, durante el debate temático de la Primera Comisión de la 80ª sesión de la Asamblea General de las Naciones Unidas.
La grandeza y fragilidad del espacio
El arzobispo recordó las palabras del Papa León XIV pronunciadas en la videollamada con el astronauta Buzz Aldrin el pasado 20 de julio, con motivo del 56º aniversario de la llegada a la Luna del Apolo 11. La inmensidad del espacio, recordó, evoca «el misterio de la Creación, su grandeza», pero también su «fragilidad», subrayando que su gestión es inseparable del compromiso con el «bien común» de toda la humanidad.
Prohibir todo tipo de armas
El espacio ultraterrestre, observó el arzobispo, ofrece «oportunidades sin precedentes» en términos de cooperación y descubrimientos científicos. Sin embargo, advirtió, existen «tendencias preocupantes» que amenazan el uso pacífico del espacio. A pesar de que la cuestión se abordó en la Conferencia sobre Desarme ya en 1985, la comunidad internacional aún no ha llegado a un consenso «para prohibir todo tipo de armas» en el espacio ultraterrestre. Se trata de una amenaza «constante», puesta de manifiesto, por ejemplo, por los «sistemas antisatélite» y la acumulación de desechos en la órbita terrestre baja, que comprometen la paz y la seguridad internacionales, así como la sostenibilidad a largo plazo de las actividades espaciales.
Preservar el espacio de los intereses privados y estatales
La Santa Sede ha reiterado que el espacio ultraterrestre debe utilizarse exclusivamente con fines pacíficos, «en beneficio de toda la humanidad». Una visión ya sancionada en el Tratado redactado sobre el tema, que reconoce estos territorios como un «bien común» que debe protegerse para las generaciones futuras, preservándolos de los intereses exclusivos de los Estados o las entidades privadas. Esto, advirtió Caccia, no debe conducir a una «repetición de los conflictos del pasado», ni transformar el espacio en «un escenario de competencia que ponga en peligro a todos». Por lo tanto, los Estados comparten la responsabilidad de cooperar y «abrazar el multilateralismo», promoviendo el bien común en sus actividades espaciales.
Un dominio de esperanza, progreso y responsabilidad compartida
El arzobispo concluyó expresando su deseo de que el espacio exterior se utilice para «fortalecer la solidaridad» en lugar de «extender las rivalidades terrestres al cosmos». Debe seguir siendo, dijo, un «dominio de esperanza, progreso y responsabilidad compartida» para los años venideros.
Se publicó primero como Santa Sede ante la ONU: las armas espaciales amenazan la paz y la seguridad mundiales


