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Perú en medio de una crisis política, tensiones sociales y criminalidad

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Comunicado de www.vaticannews.va — Perú en medio de una crisis política, tensiones sociales y criminalidad

En el país latinoamericano continúan las manifestaciones contra el gobierno. En Lima se ha declarado el estado de emergencia y la población teme un posible viraje autoritario.

Roberto Paglialonga – Ciudad del Vaticano

Ha cambiado el presidente, pero en Perú no ha cambiado la situación de tensión política y social que se vive desde hace meses. Las protestas que han caracterizado el mandato de Dina Boluarte —que llegó al poder en 2022 y fue destituida el pasado 9 de octubre por un juicio político votado en el Parlamento por «incapacidad moral permanente»— continúan incluso después de la toma de posesión de José Jerí, hasta entonces presidente del Congreso, que asumió el cargo de forma interina hace dos semanas. El nuevo jefe de Estado ha declarado el estado de emergencia en Lima y su área metropolitana, así como en la cercana ciudad de Callao, por un período de 30 días. El objetivo es contener el aumento de los delitos violentos que se han producido en varias partes de la capital y la provincia.

el democracia de los jóvenes

Pero entre la población crece el temor a un viraje autoritario, más que la esperanza de que se pongan en marcha respuestas concretas contra la corrupción y la delincuencia rampantes. Es sobre todo el componente juvenil de la «Generación Z» el que expresa todo su descontento hacia la actuación de la clase política, considerada incapaz de frenar una precariedad democrática que corre el riesgo de convertirse en estructural. Pero con el paso de los meses, miles de personas se han sumado a una movilización que comenzó de forma espontánea a través de las redes sociales. Quienes hoy salen a las calles piden también la renuncia de Jerí y reclaman reformas y elecciones inmediatas. «Las protestas forman parte de una larga tradición democrática», dice a los medios de comunicación vaticanos Rosa María Palacios, una de las analistas políticas más seguidas del país y periodista del diario «La República».  Sin embargo, sobre todo desde la toma de posesión de Boluarte, los disturbios se han abordado siempre con duras medidas represivas, «que han causado la muerte de 50 civiles», y la víctima del pasado 15 de octubre —el rapero Eduardo Mauricio Ruiz Sanz, de 32 años, conocido como «Trvko», asesinado por un disparo de pistola de un agente, según ha admitido la policía nacional— es solo la última de una larga serie. También la Iglesia ha tomado posición. Si el Papa León, durante el Ángelus del 12 de octubre, se declaró «cercano al querido pueblo peruano en este momento de transición política», el arzobispo de Lima, cardenal Carlos Castillo Mattasoglio, recuerda que «ha hecho claros llamamientos en defensa de la vida de los jóvenes y de su derecho a expresarse libremente».

Narcotráfico y delincuencia

A este estado de insatisfacción social se suma «una ola de delincuencia común relacionada con la extorsión a pequeños comerciantes, transportistas, centros educativos y artistas». El flujo de dinero recaudado suele alimentar a organizaciones más grandes vinculadas al narcotráfico y a la extracción ilegal de recursos naturales. Le Monde ha escrito que, desde principios de 2025, los comercios obligados a cerrar por la insurgencia de una inseguridad generalizada son unos 2600, y los casos de extorsión desde 2022 han registrado un crecimiento del +540 %. «Desde 2021, además —añade Palacios— la tasa de homicidios se ha triplicado». Entre las causas: «Una policía muy corrupta; un aparato criminal gestionado desde las cárceles, donde se «organizan» y ordenan los delitos; la ausencia de inversiones públicas en seguridad; la falta de liderazgo y la entrada de bandas transnacionales en el sistema penitenciario».

Vivir en la inseguridad

Así, el sistema político-institucional se ha debilitado considerablemente en los últimos diez años. En 2016, Pedro Pablo Kuczynski derrotó en las elecciones a la otra candidata, Keiko Fujimori, hija de Alberto, quien, según explica la periodista, «dedicó todos sus esfuerzos a derrocarlo, y finalmente lo consiguió. Desde ese momento, y con una serie de modificaciones legales, el cargo de presidente de la República se ha vuelto muy inestable», pudiendo sufrir las fluctuaciones de la «voluntad de una mayoría de dos tercios del Congreso». El resultado es que «si se reúnen los votos de una asamblea con los actuales 10 partidos elegidos en 2021, muy fragmentados en sí mismos, el presidente puede quedar fuera de juego». La desconfianza generalizada en las instituciones y en la clase dirigente, y la ira hacia una apatía percibida en la lucha contra una situación que para muchos se ha vuelto insostenible, hace que hoy en día «el poder ejecutivo y el Congreso tengan un índice de desaprobación del 95 %». En resumen, la gente está «cansada» de vivir en la inseguridad. Palacios explica que a «la incompetencia del poder ejecutivo» se suma un parlamento «promotor de leyes que, de hecho, favorecen la actividad delictiva», sin tener en cuenta que «105 de los 130 miembros tienen investigaciones abiertas en su contra». Con el tiempo, «estos han modificado las normas del Código Penal y del Código de Procedimiento Penal en su propio beneficio, aunque ello signifique, de hecho, beneficiar también a la delincuencia».

las elecciones de 2026

Jerí parece centrado por el momento en una campaña de imagen: «Adopta perros abandonados, lleva las plataformas en la procesión de Nuestro Señor de los Milagros, visita las cárceles, en un intento por parecerse al presidente de El Salvador, Nayib Bukele». Pertenece a «Somos Perú», un movimiento que solo cuenta con cinco diputados en el Congreso y que cuenta con el apoyo de grupos parlamentarios tanto de izquierda como de derecha. Sin embargo, «no tiene capacidad para convocar un gabinete de ministros» si no es aprovechando «a los tecnócratas del gobierno de Boluarte. Y corre el riesgo de ser destituido en cualquier momento». La gente quiere recuperar su voz y ve las próximas elecciones de abril de 2026 como una forma de volver a participar. «Lamentablemente, sin embargo, existe preocupación por la equidad de las votaciones». El Congreso ha «prohibido las primarias, por lo que habrá 39 partidos listos para presentar candidatos, lo que dispersará los votos. Además, Martín Vizcarra, expresidente (a su vez destituido en 2020, n.d.r.) y candidato favorito, no puede participar porque ha sido inhabilitado por este Congreso».

El aumento de las desigualdades

Crisis institucional, impunidad política, tintes autoritarios, aumento de la delincuencia y la corrupción. Pero eso no es todo. Las repercusiones también se dejan sentir en el plano económico. «La tasa de pobreza, que en 2019 era del 19 %, ha aumentado hasta el 25 % en 2023», lo que ha agravado las desigualdades. Además, el nivel de trabajo informal supera el 70 %. Sin embargo, Perú es un país con enormes recursos naturales, rico sobre todo en minerales, oro, plata, zinc y plomo, y caracterizado por una fuerte industria agrícola, pesquera y forestal. Mantiene una cierta estabilidad macroeconómica, con una moneda (el sol peruano) «sólida que conserva la misma relación de cambio con el dólar desde hace 25 años», y el crecimiento para 2025 se estima en un 3 %.

Por lo tanto, hay muchos asuntos pendientes que abordar. «La incertidumbre es una margarita cuyos pétalos nunca se acaban de deshojar», decía Mario Vargas Llosa en la novela La tía Julia y el escribidor. Una frase de 1977 que parece escrita para hoy. Aunque la población, abrumada y frustrada, espera que pronto solo quede el pistilo de la margarita.

Se publicó primero como Perú en medio de una crisis política, tensiones sociales y criminalidad

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