“Vi a la gente huir, así que me uní a ellos”, recuerda Yuri, de 88 años, recordando el día en que abandonó Ucrania. “Llegué a Moldavia sola, sin familia ni hijos a quienes recurrir”.
La mayoría de los días, Yuri pasa tiempo en el patio de un centro comunitario de salud mental en Chisináu, participando en actividades terapéuticas que le ayudan a gestionar sus emociones y su soledad.
“Me siento bien aquí, pero en Moldavia todo es nuevo para mí”, afirma. «A veces es divertido estar en el centro. También hablo con la gente que se queda aquí, pero realmente no tengo amigos. Tal vez sea porque ya soy mayor».
Los ataques contra Ucrania continúan intensificándose y devastando la infraestructura civil.
No muy lejos de Yuri, Ana, de 73 años, se sienta a menudo con su amiga Alla, de 79. Originaria de Moldavia, Ana había vivido en Odesa antes de la guerra, trabajando como limpiadora en una universidad.
“Me gustaba limpiar”, dice. “Cuando era niña, siempre ayudé a mi madre, ya que ella necesitaba apoyo para cuidar a mi hermano menor”.
Cuando comenzó la guerra, la familia de Ana la instó a regresar a Chisináu. Aunque se reunió con sus familiares, luchó contra la tristeza, la ansiedad y la depresión, y finalmente aceptó recibir terapia.
Ingresada en julio de 2023 con ansiedad severa, insomnio e inquietud, Ana mejoró gradualmente a través de asesoramiento, arteterapia, caminatas y actividades grupales.
“Encontré mi hogar aquí”, dice. “Ahora ya no tengo miedo”.
Ana (centro) sentada junto a otras mujeres mayores que han buscado apoyo en el centro de Chișinău.
También en el centro está Marharyta, de 25 años, conocida como Margo. Originaria de Ucrania, llegó a Moldavia hace un año y ha luchado contra los trastornos alimentarios desde que tenía 15 años.
Cuando su condición empeoró hace unos meses, se dio cuenta de que ya no podía arreglárselas sola y buscó ayuda.
En Ucrania, Margo obtuvo una licenciatura en matemáticas aplicadas, luego enseñó a niños y trabajó como analista. La guerra la obligó a dejar atrás a su familia y su trabajo, lo que la dejó insegura sobre su futuro.
“Nunca quise pedir ayuda a mi familia porque pensé que era lo suficientemente fuerte”, dice. «Me equivoqué. Cuando llegué aquí, me di cuenta de que hay gente dispuesta a apoyarme. Nunca tengas miedo de pedir ayuda».
El centro de Chișinău ofrece a Margo un lugar seguro para compartir sus experiencias y encontrar apoyo.
Desde que comenzó la guerra en febrero de 2022, Moldavia se ha visto afectada por miles de ucranianos que cruzan la frontera en busca de seguridad.
Hablando antes del Día Mundial de la Salud Mental, que se celebra anualmente el 10 de octubre, Arkady Astrakhan, director del Centro Comunitario de Salud Mental de Chișinău, dijo que «las autoridades se movilizaron en diferentes sectores para coordinar la respuesta del país. Eso incluyó el establecimiento de servicios de salud mental».
Desde 2023, la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) ha estado apoyando al centro ampliando los servicios especializados de salud mental y apoyo psicosocial (MHPSS) para ucranianos, incluidos equipos móviles, asesoramiento, actividades sociales, arteterapia, alojamiento para grupos vulnerables y un programa de recuperación de adicciones.
La OIM proporciona casi el 90% de los servicios del centro, garantizando atención a quienes tienen necesidades complejas, respaldada por capacitación del personal en prevención del agotamiento y apoyo psicosocial.
Las personas mayores desarraigadas por la guerra en Ucrania acceden a asesoramiento en Chișinău, Moldavia.
“Aunque se introdujeron nuevas medidas para brindar atención médica a las personas desplazadas de Ucrania, quienes vivían con afecciones de salud mental crónicas o graves aún enfrentaban graves deficiencias en los servicios.
La OIM ha desempeñado un papel importante a la hora de abordar esas brechas», afirma Astrakhan. «Apoyar a personas con necesidades tan complejas puede ser un desafío, pero también es profundamente significativo».
A una hora de Chișinău, el renovado Centro de Salud Mental de la OIM en Orhei ofrece apoyo personalizado a personas con enfermedades mentales graves.
Desde que comenzó la guerra, 1.080 ucranianos en Moldavia han recibido apoyo especializado en salud mental de la OIM, con iniciativas entre pares dirigidas por mediadores de salud que los conectan con atención oportuna.
En los centros comunitarios de Moldavia, la resiliencia adopta muchas formas. Para Yuri, son las pequeñas conversaciones las que le hacen sentirse menos solo. Para otros, es en las sesiones de terapia o en la tranquilidad de saber que hay apoyo cerca.
Juntas, sus historias nos recuerdan que incluso en las sombras de la guerra, la curación es posible.
