Esta cifra representa un aumento de dos tercios en el desplazamiento en los últimos cinco años, siendo Burkina Faso, Malí y Níger el epicentro de crisis humanitarias superpuestas.
“En todo el Sahel central, la violencia, la inseguridad y los efectos devastadores del cambio climático están expulsando a las personas de sus hogares.» dicho Abdouraouf Gnon-Kondé, director regional para África Occidental y Central de la agencia de las Naciones Unidas para los refugiados (ACNUR).
«Las mujeres y los niños constituyen el 80 por ciento de la población desplazada, y los riesgos de protección que enfrentan -desde la violencia de género hasta la trata y el reclutamiento forzado- están empeorando».
Los informes de la ONU sobre la región señalan que comunidades enteras han sido evacuadas en Burkina Faso, el norte de Malí y el oeste de Níger a medida que se extiende la violencia entre grupos armados, los enfrentamientos entre comunidades y la actividad militar.
Creciente inseguridad y acceso restringido
La mayoría de las familias desplazadas permanecen en sus países, pero los movimientos transfronterizos son cada vez más frecuentes a medida que se extiende la inseguridad y colapsan los medios de vida.
“Estas medidas posteriores ponen de relieve la urgente necesidad de ampliar la asistencia y permitir que las personas permanezcan más cerca de casa,» afirmó el Sr. Gnon-Kondé, advirtiendo que las familias están sometidas a una presión cada vez mayor a medida que colapsan los servicios básicos.
La inseguridad, advirtió, ha obligado al cierre de más de 14.800 escuelas en toda la región, dejando a tres millones de niños sin acceso al aprendizaje ni a espacios seguros.
Más de 900 centros de salud también han cerrado sus puertas, privando a millones de personas de atención esencial.
Las comunidades del Sahel se enfrentan a una grave inseguridad alimentaria debido a las condiciones climáticas extremas. En la foto, los agricultores de Níger están tratando de recuperar tierras degradadas.
El hambre impulsa el desplazamiento
La inseguridad alimentaria se ha convertido en un factor cada vez mayor de huida, y en los últimos años se ha duplicado la proporción de personas desplazadas que citan el hambre como la principal razón de su partida.
Los trabajadores humanitarios han descrito la situación como una emergencia alimentaria crónica. Las estimaciones indican que más de 32 millones de personas en todo el Sahel necesitan asistencia humanitaria y protección – muchas de ellas son intervenciones alimentarias y nutricionales urgentes.
La agricultura y la ganadería también se han visto afectadas por el constante desplazamiento de familias y las duras condiciones climáticas.
“Las crisis relacionadas con el clima amplifican aún más los riesgos, intensificando la competencia por recursos naturales escasos como la tierra y el agua”, afirmó Gnon-Kondé.
Esto no sólo alimenta más desplazamientos, sino que también pone a prueba la cohesión social.
La brecha de financiación amenaza los servicios esenciales
El ACNUR dijo que el acceso y la financiación humanitaria han llegado a un punto de ruptura. Su llamamiento de 409,7 millones de dólares para 2025 para cubrir las necesidades del Sahel sólo está financiado en un 32 por ciento, lo que obliga a realizar recortes en la inscripción, el alojamiento, la educación y los programas de salud.
El llamamiento humanitario más amplio de 2.100 millones de dólares para Malí, Burkina Faso y Níger –que abarca todos los sectores– cuenta una historia similar, con sólo el 19 por ciento financiado hasta ahora.
El ACNUR pidió un “compromiso internacional renovado” en la región, advirtiendo que la crisis sólo empeorará sin un apoyo sostenido.
“Proteger a millones de familias desplazadas y garantizar un futuro más seguro requiere más que palabras”, afirmó Gnon-Kondé. «Esto requiere una acción unificada y sostenida y una verdadera solidaridad con el Sahel. »
Publicado anteriormente en Almouwatin.