Comunicado de www.vaticannews.va —
León XIV envió un mensaje con motivo de la inauguración del Año Académico de la Pontificia Universidad Urbaniana, durante el cual se presentaron las actas del congreso de 2024 con motivo de los 100 años del primer y único Concilio de la Iglesia en China. Parolin: hoy la Iglesia china muestra muchos rasgos que parecen responder a las aspiraciones del Concilium. Numerosas comunidades católicas chinas están plenamente integradas en la realidad de su nación.
Salvatore Cernuzio – Ciudad del Vaticano
“Una piedra angular en la historia de la Iglesia en China” que “manifiesta con claridad la audacia de una comunidad cristiana capaz de encarnarse en los diversos contextos histórico-culturales sin dejar de ser fiel a su identidad”. En esta breve definición del Papa León XIV se encierra toda la riqueza del consejo sinenseel primer y hasta ahora único Concilio de la Iglesia católica en China, celebrado en Shanghái en 1924, cuyo centenario se conmemoró el año pasado con un importante congreso internacional, el 21 de mayo de 2024, en la Pontificia Universidad Urbaniana bajo el tema “100 años del Concilium Sinense: entre historia y presente”. Precisamente en la Urbaniana, este viernes 10 de octubre por la tarde tuvo lugar un acto —en el marco de la inauguración del Año Académico— para presentar las actas de aquel congreso, organizado en colaboración con la Agencia Fides y la Comisión Pastoral para China.
El estudio, un camino hacia la Sabiduría
La jornada se abrió —en presencia de los cardenales Pietro Parolin, secretario de Estado de la Santa Sede, y Luis Antonio Tagle, gran canciller de la Universidad— con la lectura del mensaje del Papa León XIVquien expresó su “satisfacción” por la publicación de las actas del congreso sobre “este importante acontecimiento eclesial de hace más de cien años”. El Papa hizo llegar a los docentes, alumnos y personal de la Urbaniana su bendición para esta “nueva etapa de estudio, investigación y crecimiento”. Citando a san Agustín, recordó que “el estudio auténtico nunca debe ser un fin en sí mismo, sino un medio para elevar el alma hacia las realidades eternas”.
“No se trata —afirma el Pontífice— de considerar el estudio como un mero ejercicio intelectual, sino como un camino que conduce a la Sabiduría, donde se encuentran la verdad buscada y el Dios que se deja encontrar”.
La impronta misionera de la Urbaniana
“La misión de toda universidad va más allá de las aulas y los programas académicos: está orientada al servicio de los pueblos, especialmente allí donde las personas esperan palabras de esperanza y signos de caridad, indicios de verdad y garantías de libertad”, añadió el Papa.
Esto es aún más cierto para la Urbaniana, que desde hace casi 400 años lleva grabada en su identidad la huella misionera de la Iglesia universal. Desde sus orígenes, la institución “nace y vive al servicio de la misión confiada por Cristo a su Iglesia: el anuncio del Evangelio hasta los confines de la tierra”.
“La comunidad académica de ustedes —destacó— es un signo vivo de la universalidad de la Iglesia: hombres y mujeres de todos los rincones del mundo, con lenguas, culturas y sensibilidades distintas, pero unidos en una misma fe”.
Una diversidad que une
Se trata de una “diversidad” que “no divide, sino que enriquece; no genera confusión, sino armonía”. Una comunión que “no homogeneiza ni polariza, sino que integra, porque en Cristo los bautizados son uno solo”.
“Solo si somos atraídos por Cristo, fuente de comunión —concluyó el Papa León XIV— es posible construir una auténtica fraternidad que se abra generosamente al mundo, a sus heridas, a sus desafíos y a sus esperanzas”.
Del Concilium Sinense al presente de la Iglesia en China
Sobre heridas, desafíos, “pausas” y también esperanzas, nuevos comienzos y logros habló el cardenal Parolin en su intervención. El secretario de Estado repasó el camino desde el Concilio de Shanghái hasta el presente —y también el futuro— de la Iglesia en China.
“En el nuevo y positivo recorrido de la Iglesia católica en China, abierto por el Concilio de Shanghái, ha habido también interrupciones, fatigas y traumas. Sin embargo, todos pueden reconocer que esta es, en realidad, una condición casi inherente a la Iglesia peregrina en la historia. La Iglesia católica en China presenta hoy muchos rasgos que parecen responder a las expectativas expresadas por el Concilium Sinense”, afirmó el cardenal.
Aquel Concilium fue convocado por mandato del Papa Pío XI, quien deseaba “favorecer el desarrollo ulterior y saludable de la obra apostólica en China”, preparando así el terreno para “el florecimiento de una Iglesia madura, plenamente inserta en la historia y la cultura chinas”. Era un tiempo en que “era necesario liberar la evangelización de la ambigüedad de una posible identificación con los intereses políticos de buena parte de Occidente”. Había que confiar “la guía de las diócesis chinas a sacerdotes y obispos chinos”.
Desde entonces —“pese a las objeciones y resistencias, tanto internas como externas”— las semillas sembradas en aquel evento comenzaron a dar fruto, destacó Parolin, recordando la incansable labor del arzobispo Celso Costantini.
Desde allí, el cardenal trazó un recorrido por “el río de la historia” hasta nuestros días, en los que “las comunidades católicas chinas, ‘pequeños rebaños’ dispersos en medio de un pueblo inmenso, se sienten plenamente integradas en la realidad de su nación, comparten su camino y no se consideran en absoluto un cuerpo extraño adherido a una religión foránea”.
El dinamismo de la comunidad católica china
“Hoy la comunidad católica china, en comunión con el Obispo de Roma y con la Iglesia universal, está buscando su propio camino para ser misionera y servir a su país”, aseguró el secretario de Estado. “A pesar de las dificultades y sufrimientos, llegan señales de vitalidad en la vida de estas comunidades: tanto en la celebración de la Palabra como en la administración de los Sacramentos y en las obras de caridad realizadas para el bien de todos”.
Todo esto “sin duda refleja los deseos expresados, hace más de cien años, por el Concilio de Shanghái”, añadió, recordando que “todos los Papas, incluso en los momentos más críticos, siempre han señalado el camino del perdón, de la reconciliación y de la unidad para curar las heridas y caminar juntos”.
El Acuerdo con China, “una semilla de esperanza”
En esta línea, Parolin quiso destacar “los criterios eclesiales” que inspiran el Acuerdo sobre el nombramiento de obispos y “la mirada de fe con que debe ser considerado”:
“Como instrumento, no pretende haber resuelto ni resolver todos los problemas —alguien podría considerar los resultados obtenidos hasta ahora como ‘decepcionantes’—, pero creo que el Acuerdo debe juzgarse como una ‘semilla de esperanza’”, afirmó.
Es “esa esperanza que no defrauda”, como recuerda el Año Santo en curso, “que, pese a las persistentes dificultades y los contratiempos que nadie ignora, con la gracia de Dios no dejará de producir frutos de anuncio del Evangelio, de comunión con la Iglesia universal y con el Obispo de Roma, y de auténtica vida cristiana”.
“Sobre esta base —concluyó el secretario de Estado— podemos mirar hacia el trabajo que aún queda por hacer y continuar comprometidos activamente en la obra”.
Se publicó primero como El Papa: el Concilium Sinense, signo de la audacia de una comunidad cristiana