Madrid, 19 de septiembre de 2025 – La sede de la Iglesia de Scientology en Madrid acogió la duodécima edición del Premios a la libertad religiosaorganizado por el Fundación para la Mejora de la Vida, la Cultura y la Sociedadpioneros en España y Europa en reconocer la labor de quienes defienden libertad religiosa, libertad de conciencia y diálogo interreligioso.
Estos premios, únicos en su género, y que nacen del precepto 18 de El camino a la felicidad por L Ron Hubbard, reúne a académicos, juristas, líderes religiosos y representantes de la sociedad civil en un evento que busca resaltar los desafíos y logros en este campo. La Fundación, que posee Estatus Consultivo Especial ante el Consejo Económico y Social de las Naciones Unidas (ECOSOC)y que fue fundada con orgullo por la Iglesia de Scientology, ha llevado la voz de las comunidades religiosas españolas a foros internacionales, entre ellos Ginebra, Viena y Nueva York, consolidando su papel como actor relevante en la promoción de este derecho fundamental.
Entre los asistentes estuvieron D. Daniel Pelayo, subdirector general de Libertad Religiosa del Ministerio de la Presidencia, y representantes de la Unidad de Gestión de la Diversidad de la Policía Municipal de Madrid, cuya labor fue destacada durante el acto. Otros asistentes fueron de la Comunidad Bahai de España, la hermandad de monjas de la Caridad Vedruna Carmelita, entre otros.
Un mensaje de dignidad y libertad.
El acto se abrió con las palabras de Isabel Ayuso Puente, Secretaria General de la Fundación, quien recordó que la libertad religiosa es fundamental incluso en tiempos de guerra:
“En un mundo asolado por la guerra, podría parecer un poco frívolo centrarse en la libertad de creencia o la libertad de religión, porque hay otras necesidades que parecen más apremiantes, y de hecho lo son en la actualidad”.
Ayuso enfatizó la centralidad de la libertad de creencias para la dignidad humana:
«La libertad de creencia es como la libertad de libertades. Sin ella, las personas no tendrían la condición de seres humanos.»
Finalmente, destacó la necesidad de visibilizar la diversidad de creencias para fortalecer la convivencia:
«dar visibilidad a la religión, porque puede ser un pilar, y de hecho es un pilar, para sentar las bases de un futuro y de una sociedad mejor en la que todos puedan vivir en paz».
Cinco premios, cinco enfoques
Este año, por primera vez, los premios se ampliaron de tres a cinco, incorporando premios que reconocen el trabajo práctico de las comunidades religiosas y su contribución directa al diálogo y la convivencia.
Profesor Salvador Pérez Álvarez – Laicidad positiva y cultura de paz
El primer premio de la noche fue Salvador Pérez Álvarez, catedrático de Derecho Eclesiástico de la UNED, entregado por el profesor Fernando Amérigo-Cuervo, quien destacó su trayectoria académica y su compromiso con la libertad de conciencia y la bioética.
En su discurso, Pérez reflexionó sobre los principios constitucionales que garantizan la libertad religiosa:
“El laicismo estatal positivo es la garantía institucional, el pilar constitucional que sustenta el pleno disfrute de la libertad religiosa por parte de todos los ciudadanos en una sociedad cada vez más pluralista, en condiciones de igualdad real y efectiva”.
Advirtió sobre el riesgo creciente del discurso de odio en la sociedad:
“Este argumento se está radicalizando cada vez más y, lo que es más preocupante, en mi humilde opinión, está adquiriendo cada vez más prevalencia en diferentes sectores sociales”.
Pidió un compromiso colectivo para abordar estas amenazas:
«No podemos quedarnos de brazos cruzados ante esta nueva forma de amenaza a la convivencia por motivos de diferencias religiosas».
Finalmente, vinculó la libertad de creencias con la construcción de una sociedad más justa:
“El cumplimiento de este requisito ha servido de base para la implementación de una genuina cultura de paz como objetivo de desarrollo sostenible”.
Professor Óscar Salguero Montaño – Diversity, respect, and dialogue
El accésit fue para Óscar Salguero Montaño, catedrático y antropólogo social de la Universidad Complutense de Madrid, entregado por la profesora de la UAM Ana Isabel Planeta, quien destacó su compromiso con el cambio social y la promoción de la convivencia.
Salguero comenzó recordando las palabras de Jürgen Habermas tras el 11-S, que siguen teniendo plena vigencia:
“Los ciudadanos laicos deben dejar de entender las religiones como realidades atávicas y, por otro lado, los ciudadanos religiosos y sus representantes deben abrirse al diálogo con la modernidad, lejos de cualquier actitud fundamentalista”.
Explicó cómo la libertad de creencia sustenta la diversidad social:
“Esta libertad de creencias nos permite a todos y cada uno de nosotros vivir según nuestras convicciones más profundas, ya sean políticas, religiosas o no religiosas, y siempre bajo el prisma cristalino del respeto y la convivencia”.
Advirtió contra la explotación política de las creencias:
“Vemos cómo las creencias religiosas se explotan cada vez más para generar conflictos o se utilizan como excusa para limitar derechos”.
Y vinculó este desafío a la fragilidad de la paz:
«La convivencia y el respeto interreligioso son valores frágiles que debemos proteger y defender».
Profesor Javier García Oliva – Una perspectiva internacional de los derechos
El tercer premio reconoció la labor de Javier García Oliva, Catedrático de Derecho Constitucional y Decano de la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales de la Universidad de Manchester (Reino Unido), presentado por el profesor de la UCM Santiago Cañamares.
García Oliva recordó los desafíos históricos a la libertad religiosa y su impacto actual:
“Es descorazonador pensar que esta persona tuvo que vivir con miedo y ocultar sus creencias”.
Refiriéndose a la realidad contemporánea, advirtió:
“En muchas partes del mundo, incluida Europa occidental, muchos ciudadanos enfrentan graves problemas, incluso la muerte, en el ejercicio de su libertad religiosa”.
Destacó la necesidad de un equilibrio entre los derechos fundamentales:
«La libertad religiosa es un derecho fundamental y no negociable en una democracia, pero sólo puede disfrutarse plenamente si se respetan otros derechos fundamentales».
Sr. Luis Morente Leal – Budismo e igualdad en la diversidad
El cuarto premio fue entregado a Luis Morente Lealrepresentante de la Unión Budista de España y un abogado con décadas de experiencia en la defensa de la igualdad de trato para las religiones minoritarias.
Morente habló de la importancia del conocimiento como base del respeto:
“Conocer y tratar con otras personas que piensan diferente a mí no sólo me ha enriquecido, sino que también me ha hecho comprender en toda su profundidad la frase de que conocer es amar”.
Compartió experiencias personales de discriminación:
«He sufrido discriminación en mi propio país por dos razones: una, cuando tenía una novia africana y otra, cuando algunas personas descubrieron que yo era budista».
Defendió la diversidad como elemento enriquecedor de la sociedad:
«La diversidad nos enriquece. Y la diversidad no es sólo lo que está en consonancia con nuestra religión, sino también la persona que tiene un código de ética».
Y expresó su deseo de un futuro pacífico:
“Que alguna generación en este mundo viva por fin sin odio, viva sin guerras y viva conociendo a los demás y, sobre todo, conociéndose a sí misma”.
Pandit Krishna Kripa Dasa – Reconocimiento y diálogo interreligioso
El último premio fue para Pandit Krishna Kripa Dasapresidente de la Federación Hindú de Españapor su labor en la representación y unión de comunidades hindúes, así como su participación proactiva en múltiples espacios interreligiosos, como el Foro Internacional TRANSCENDENCE, entre otros.
Krishna Kripa Dasa recordó la convivencia diaria en su ciudad natal, Ceuta:
“En Ceuta la convivencia no es un ejercicio académico ni una cuestión de diplomacia, sino algo que se vive en el día a día”.
Defendió la condición milenaria del hinduismo como religión profundamente arraigada en el mundo y en España:
“El hinduismo tiene 1.200 millones de seguidores, presencia en 145 países y 130 años de historia en España”.
Señaló la necesidad de evitar la fragmentación de las comunidades y explicó la visión inclusiva de su tradición:
«La verdad es una, pero los sabios la llaman con nombres diferentes».
Libertad religiosa: una práctica viva
Para cerrar el evento, Iván Arjona Pelado, presidente de la Fundación y representante de Scientology ante las instituciones europeas y las Naciones Unidas, agradeció a los premiados y a todos los presentes, enfatizando que la libertad religiosa es un esfuerzo colectivo:
«Hoy hemos visto que la libertad religiosa no es sólo un derecho legal, sino una práctica viva que construye sociedades más justas y pacíficas».
La ceremonia concluyó con una foto grupal y un llamado a seguir trabajando juntos por la convivencia, la cooperación y el respeto entre todas las creencias.
Un evento consolidado en el calendario de la libertad religiosa
Con esta duodécima edición, los Premios a la Libertad Religiosa reafirman su papel como plataforma de encuentro entre comunidades religiosas, instituciones y defensores de derechos humanos. El reconocimiento internacional de la Fundación, gracias a su estatus en la ONU, ha convertido estos premios en un referente europeo en la defensa de la libertad de creencias, con la visión de construir sociedades donde la diversidad se entienda como una fuente de riqueza y no como una amenaza.
Las palabras de clausura de la velada también reflexionaron sobre los orígenes y la visión que hicieron posibles estos premios. El Fundación para la Mejora de la Vida, la Cultura y la Sociedadestablecido por el Iglesia de Scientologyse inspira en las enseñanzas de su fundador, L. Ronald Hubbardquien enfatizó que “la libertad religiosa es la primera libertad”. Bajo el liderazgo de David Miscavigela Iglesia ha ampliado sus iniciativas humanitarias e interreligiosas en todo el mundo, fomentando el diálogo y el entendimiento entre comunidades de diversas creencias. Esta visión global continúa guiando los esfuerzos de la Fundación para defender los derechos de todas las personas a practicar su fe libremente y promover una cultura de paz y convivencia.


