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El Día de la Creación: un don precioso de la Iglesia Ortodoxa

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Comunicado de www.vaticannews.va — El Día de la Creación: un don precioso de la Iglesia Ortodoxa

El Día de la Creación es también un don teológico, basado en sus antiguas raíces en la liturgia ortodoxa. Desde el siglo V, este día simboliza la creación del cielo y la tierra por parte de Dios.

Gerardo Alminaza*

Hoy, 1 de septiembre, celebramos el Día de la Creación, también conocido como la Fiesta de la Creación o Jornada Mundial de Oración por la Creación, junto con otras iglesias cristianas. Este es un día para alabar a Dios como Creador, conmemorar el gran misterio de la Creación en Cristo e inspirarnos a los cristianos a cuidar el don que Dios nos ha confiado. Aunque la celebración es cada vez más popular en todo el mundo, la historia de sus orígenes no es tan conocida como merece. Fue hace diez años que este día recibió por primera vez la atención de la Iglesia universal, pero la forma en que ocurrió fue inesperada. En junio de 2015, la encíclica Laudato Si’ fue presentada al mundo en una sala del Vaticano repleta de periodistas. Aunque la atención se centró en la novedad de la carta papal, en ese momento trascendental se plantó otra semilla. Una semilla que pasó desapercibida ese día, pero que ha demostrado tener también una enorme importancia.

Uno de los ponentes de esa conferencia de prensa fue el obispo ortodoxo Juan Zizioulas de Pérgamo, ya que la encíclica citaba ampliamente al patriarca ecuménico Bartolomé. El gran Zizioulas aprovechó la oportunidad para presentar la importancia del 1 de septiembre como el primer día de su año litúrgico y como un momento para rezar y reflexionar sobre la creación. Le recordó a la audiencia que fue en 1989 cuando los ortodoxos invitaron por primera vez a «todo el mundo cristiano» a rezar juntos en ese día tan especial. Inesperadamente, renovó la invitación: «¿No podría convertirse esta fecha en un día de oración para todos los cristianos?» El Papa Francisco aceptó rápidamente. Un mes después, proclamó oficialmente el 1 de septiembre como jornada mundial de oración para la Iglesia católica.

Aunque era algo nuevo para la mayoría de los católicos, no lo era para nosotros los filipinos. Resulta que nuestra Conferencia Episcopal de Filipinas ya comenzó a promover la celebración del Día de la Creación en 2003, hace más de dos décadas. Ese año, el presidente de nuestra conferencia, entonces arzobispo y ahora cardenal Orlando Quevedo, publicó una profética carta pastoral en nombre de los obispos, titulada «Celebrando el Día de la Creación y el Tiempo de la Creación». En ella se afirmaba: «Hoy, 1 de septiembre, en muchas partes del mundo las iglesias cristianas celebran el ‘Día de la Creación’. Deseamos presentar este período a nuestros fieles católicos y reconocer la ‘Creación’, ese don inestimable del Creador Todopoderoso y Amoroso». Desde que el papa Francisco instituyó la jornada de oración a nivel mundial, el impulso se ha acelerado aún más. Se ha vuelto inmensamente popular y se ha extendido por todo nuestro archipiélago.

A lo largo de las décadas, hemos testimoniado que el Día de la Creación fue un don increíblemente valioso de la Iglesia Ortodoxa, tanto un don pastoral como un don teológico-litúrgico. Por un lado, como subrayaba nuestra carta de 2003, la profanación de la creación de Dios «es una cuestión de vida o muerte» para nosotros en Filipinas. No solo nos preocupa la destrucción local de nuestros ecosistemas, sino que nos alarma aún más la emergencia climática y cómo está devastando nuestras islas. En las últimas décadas, los huracanes se han vuelto mucho más frecuentes y mortíferos debido a la alteración del clima por parte del ser humano, afectando con mayor violencia a los más pobres. El Día de la Creación está ayudando a sanar nuestra relación rota con la creación, lo cual es un imperativo pastoral existencial para muchos de nosotros en el Sur global.

Por otro lado, el Día de la Creación es también un don teológico, basado en sus antiguas raíces en la liturgia ortodoxa. Desde el siglo V, este día simboliza la creación del cielo y la tierra por parte de Dios. Así, el Día de la Creación nos ayuda a dirigir nuestra mirada hacia un gran misterio de nuestra fe que no ha recibido la atención adecuada. Como dijo Benedicto XVI: «La renovación de la doctrina de la Creación y una nueva comprensión de la inseparabilidad de la Creación y la Redención reviste una grandísima importancia». Dado que el vínculo entre ambos misterios es Cristo, este 2025 es un año aún más especial para celebrar la Fiesta de la Creación o, mejor aún, la Fiesta de la Creación en Cristo. Es decir, ahora tenemos el ingrediente añadido de la conmemoración de los 1700 años del concilio ecuménico de Nicea. En el corazón del Concilio y del Credo estaba precisamente esa afirmación decisiva de la divinidad de Cristo. Como proclamamos en el Credo, Cristo es «por quien todo fue hecho», haciéndose eco del Prólogo de Juan. El Día de la Creación puede ayudarnos a celebrar de forma mucho más intencionada este aspecto un tanto olvidado del misterio de Cristo.

Este año, por primera vez en la historia, contamos con un formulario, la Missa pro custodia creationis, que nos permite celebrar el Día de la Creación alrededor del altar, con textos litúrgicos adaptados para la ocasión. Este primer paso de la Santa Sede nos permite empezar a aprovechar el enorme potencial pastoral y litúrgico de este día, por lo que nuestra conferencia episcopal está animando a todas las parroquias de Filipinas a celebrarlo. Cuando nos reunamos alrededor de la mesa eucarística para celebrar esta fiesta, cantaremos con alegría «la tierra está llena de tus criaturas» (Sal 104, 24), renovando nuestro compromiso de cuidarla, y alabaremos a Cristo ya que «todas las cosas fueron creadas por medio de él y para él» (Col 1, 16). Además, daremos gracias al Señor por este don bizantino y rezaremos para que el Espíritu Santo guíe a las diversas Iglesias cristianas a celebrar juntas de manera más intencionada el gran misterio de la Creación en Cristo.

*Obispo de la Diócesis de San Carlos y presidente de la comisión de pastoral social de la Conferencia Episcopal de Filipinas.

Se publicó primero como El Día de la Creación: un don precioso de la Iglesia Ortodoxa

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