Los ataques, que tuvieron lugar entre el 9 y el 16 de agosto en las localidades de los territorios de Beni y Lubero, cobraron la vida de al menos 52 civiles, incluidas ocho mujeres y dos niños, pero los fuerzas de la paz en el terreno dicen que el número de muertos puede aumentar.
«Estos ataques dirigidos a civiles, que se suman a las atrocidades cometidas durante la noche del 26 de julio de julio en Komanda (Territorio de Icuri, ITuri), son intolerables y constituyen serias violaciones del derecho internacional humanitario y los derechos humanos», dijo Binto Keita, jefe de la misión de la ONU en el DRC, conocido como Monusco.
Apelar a grupos armados
Los violentos ataques fueron acompañados por secuestros, saqueos y la quema de hogares, vehículos y motocicletas, así como por la destrucción de la propiedad que pertenece a la población que ya enfrenta condiciones terribles humanitarias.
Monusco emitió una declaración pidiendo a grupos armados extranjeros, como el ADF, que coloque sus brazos incondicionalmente y regrese a sus países de origen.
La misión también instó a «las autoridades congoleñas a realizar investigaciones exhaustivas para identificar a los responsables de la masacre de civiles y llevarlos ante la justicia».
Presencia militar más fuerte
En respuesta a esta nueva ola de violencia, la misión de mantenimiento de la paz reforzó su presencia militar y apoyo a las autoridades congoleñas.
Por ejemplo, el 13 y 14 de agosto durante los incidentes en Mayi-Moya en el norte de Kivu, Monusco brindó protección física a 206 civiles, incluidos 93 niños y 70 mujeres, que habían buscado refugio en la base militar de la misión.
«Monusco sigue totalmente comprometido con apoyar a las autoridades congoleñas y a las comunidades locales para prevenir una mayor violencia, proteger a los civiles, reducir las tensiones y contribuir a la estabilización de las áreas afectadas por conflictos armados», dijo.