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La cadena de bien: Cientos de jóvenes de todo el mundo en Roma para el Jubileo

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Comunicado de www.vaticannews.va —

Jóvenes de Chile, Colombia, Ecuador, México, Perú, Filipinas, Senegal e Italia participarán en el Jubileo de los Jóvenes y de los Misioneros Digitales en Roma, gracias a iniciativas solidarias, al apoyo de familias, amigos y consagrados, a través de la asociación Idente Youth.

Eleanna Guglielmi – Vaticano Ciudad

No ha sido gratis, ni fácil. Pero para un centenar de jóvenes de Chile, Colombia, Ecuador, México, Perú, Filipinas, Senegal e Italia, ese billete a Roma tiene el peso de un don recibido y compartido. Recaudaciones de fondos, pequeños trabajos, oraciones respondidas y alguna que otra “coincidencia providencial” están haciendo posible la peregrinación para el Jubileo de los Jóvenes. Estos peregrinos no habrían tenido los medios ni la oportunidad de emprender un viaje así. El apoyo les ha llegado de Idente Youth (“Id”, del verbo español “id”, según el mandato evangélico), una asociación internacional presente en 19 países. “Ve con fe, Dios ya va contigo”, le dijo la madre a uno de los jóvenes. La santidad empieza así: con alguien que cree en nosotros, incluso antes que nosotros mismos.

El envío de los jóvenes de Ecuador a Roma

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El envío de los jóvenes de Ecuador a Roma

No es un lujo para unos pocos

Para muchos jóvenes, peregrinar a Roma puede parecer una etapa añadida en una agenda ya llena. Pero para tantos otros que verán Roma por primera vez y conocerán al Papa León XIV, no se trata de un lujo ni de unas vacaciones, sino de un privilegio. Al mismo tiempo, es un camino exigente, marcado por obstáculos concretos y por una confianza obstinada: Marlon, desde Ecuador, hizo pequeños trabajos mientras estudiaba, convencido de que lo que cuesta esfuerzo tiene un valor más profundo. Iris, desde Filipinas, esperó durante meses un visado, entre colas al amanecer y documentos que no llegaban. A pesar de todo, cada obstáculo hizo más clara la meta: “Compartir la fe con otros jóvenes… dejarme sorprender por Dios”, dicen. Sus historias muestran que la fraternidad cristiana, cuando se pone en marcha, abre caminos que parecían cerrados.

¡Qué no se hace por la santidad!

Algunos de estos jóvenes peregrinos se pusieron a vender dulces caseros, a bailar, a preparar espectáculos, a vender ropa, a trabajar después de estudiar, a llamar a puertas con la humildad de quien pide para otros. “No tenía recursos para el viaje”, cuenta Sebastián, “mi padre me dijo: ‘Dios proveerá’”. Y así fue. Priscila, por su parte, conserva en la memoria la frase de su hermana: “Ve, porque Dios te llama y nosotros queremos que respondas”. En México, Belén tuvo que afrontar problemas de salud; Oscar, dificultades en el trabajo. En Manila, un encuentro fortuito en el Consulado abrió puertas que parecían cerradas. Camille confiesa: “Muchas cosas parecen inciertas, pero es la Providencia la que permite seguir adelante”. Lo que los mueve es un hambre de sentido.

Peregrinos desde México

Peregrinos desde México

Peregrinos desde México

La generosidad que transforma

Y también se mueve toda una comunidad. Empezando por las mismas familias, que ofrecen palabras de fe, por un lado, y dinero ahorrado, por otro. Hermanos y hermanas que renuncian a algo para ayudar. Compañeros que animan a quien está a punto de rendirse. Chamberly cuenta cómo “cada pequeña contribución me acercaba más a Dios”. Desde Bogotá, Colombia, también Danna y Steven viven esta peregrinación como una oportunidad inesperada, acogida con gratitud: “Al principio, la idea de llegar a un país tan lejano parecía irrealizable… Mi situación económica, desde luego, no lo permitía. Jamás habría imaginado, hace seis meses, que sería posible. Y sin embargo, una persona apareció en el último momento e hizo posible mi viaje: fue como si el Señor, a través de ella, me hubiese entregado el billete a Roma, justo a tiempo”. También Danna cuenta un camino marcado por la prueba y la espera: “Muchas veces pensé que no lo lograría, pero la oración me sostuvo. Estoy aprendiendo a confiar, a dejar que sea Dios quien guíe mis pasos”.

«Adoptar a un joven», la cadena de bien en Turín

Pero no solo en el extranjero o en países con dificultades sociales y pobreza. También en Italia, y en particular en Turín, la preparación al Jubileo de los Jóvenes ha requerido esfuerzo y creatividad. Lo cuenta Elisabetta, misionera idente, testigo directo de la recaudación de fondos para apoyar a los chicos: “Entre las iniciativas que surgieron con las demás misioneras, una en particular me llamó la atención: amigos y familias se ofrecieron como ‘padrinos’ y ‘madrinas’ de un joven. De marzo a julio, cada uno contribuía con pequeñas cantidades, adoptando simbólicamente a un chico o chica. Así conseguimos cubrir los gastos de varios jóvenes italianos, muchos con orígenes peruanos o africanos. Me pareció una auténtica cadena de bien: a cada persona se le confiaba una vida, y se sentía responsable de su camino. Creo que ese fue el secreto del éxito: el compromiso personal impulsó a cada vez más personas a implicarse, incluso sin conocer a quién estaban ayudando”.

No solo los que partieron dieron algo. Algunos contribuyeron con gestos silenciosos y constantes, permaneciendo voluntariamente en segundo plano. “Me impresionó —cuenta Elisabetta— también la constancia de dos chicas en los puntos de venta de las palomas de Pascua. No irán al Jubileo, pero siempre estuvieron presentes: las primeras en llegar, las últimas en marcharse. Dieron tiempo, presencia, valentía. Hablar delante de los demás no era fácil para ellas, y sin embargo lo hicieron. Vi en ellas un gesto gratuito, una salida de sí mismas por algo que no las afectaba directamente, pero que tocaba a personas cercanas”.

Dos de las jóvenes que partirán al Jubileo, con el apoyo de Idente Youth

Dos de las jóvenes que partirán al Jubileo, con el apoyo de Idente Youth

Dos de las jóvenes que partirán al Jubileo, con el apoyo de Idente Youth

Con la mirada más allá de Roma

Y después de todo este esfuerzo, ¿qué esperan estos jóvenes? “Quiero descubrir qué ha preparado Cristo para mí”, escribe Angelic desde Manila. Mientras Paulina, desde Chile, habla de una gracia que cura y renueva. Algunos desean “volver a empezar con un propósito cristiano auténtico”, otros buscan los signos de la fe allí donde viven. Pero todos saben ya que esa peregrinación será también un regalo para los benefactores, los hermanos, los amigos que se dejaron implicar. Uno parte, muchos caminan con él. Y el Jubileo se convierte así en el signo visible de una Iglesia viva, que se mueve, cree y acompaña.

Se publicó primero como La cadena de bien: Cientos de jóvenes de todo el mundo en Roma para el Jubileo

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