Comunicado de www.vaticannews.va —
En su discurso con motivo del Día Nacional de la Santa Sede en la Expo Osaka 2025, el secretario de Estado recordó el llamado del Papa León el día de su elección, exhortando a trabajar por una paz sin armas, construir puentes y reanudar el diálogo
Benedetta Capelli – Ciudad del Vaticano
«En nombre del Papa León XIV y en el mío propio, expreso al estimado pueblo japonés mis mejores deseos, con la esperanza de que todos los habitantes de este país sean bendecidos con prosperidad y paz». Con estas palabras, el cardenal secretario de Estado, Pietro Parolin, saludó a los asistentes a las celebraciones por el Día de la Santa Sede en la Expo Osaka 2025.
Durante su intervención, el cardenal recordó que las relaciones diplomáticas, establecidas hace más de 80 años, se basan hoy en muchos valores compartidos y en una fructífera cooperación, especialmente en los ámbitos de la educación, la salud y la asistencia social.
«Otras prioridades que son importantes para ambas partes —explicó Parolin— son la paz, la estabilidad y nuestros esfuerzos comunes para limitar la proliferación incontrolada de armamento». En ese sentido, recordó que este año se conmemora el 80.º aniversario del trágico bombardeo atómico de Hiroshima y Nagasaki, «un acontecimiento —subrayó— que marcó la historia de este país y que reforzó aún más su firme compromiso con la paz».
Una relación puesta a prueba por el tiempo
El purpurado repasó la larga historia de las relaciones entre la Santa Sede y Japón, recordando el próximo 470.º aniversario de la primera audiencia papal concedida a un católico japonés, cuando en 1555 Bernardo de Kagoshima fue recibido por el Papa Paulo IV.
En marzo se conmemoró el 440º aniversario de la primera embajada japonesa en Europa, conocida como la Embajada tenshoque llegó a Roma y pudo encontrarse con el Papa Gregorio XIII; así como el 410º aniversario de la Embajada Keichorecibida en audiencia por el Papa Paulo V en 1615.
«Estos primeros contactos históricos —explicó el cardenal Parolin— marcaron el inicio de una relación que ha resistido la prueba del tiempo y que, esperamos, se profundice cada vez más en el futuro».
Belleza y esperanza
El secretario de Estado desarrolló luego su reflexión en torno a los conceptos de belleza y esperanza, presentes en el tema del pabellón de la Santa Sede en la Expo 2025 de Osaka, titulado: “La belleza engendra esperanza”.
“Son valores fundamentales para nosotros los católicos, porque —explicó— en ellos vemos un reflejo de Cristo y de su acción en la historia. Para nosotros, Él es la máxima expresión de la belleza divina: una belleza que trasciende la mera apariencia exterior para tocar los corazones y las almas de las personas. Cristo es también la esperanza del ser humano, porque con su vida y su muerte abrió un camino de salvación y renovación para toda la humanidad”.
La belleza social
Refiriéndose a la belleza, Parolin invitó a contemplar aquella que se manifiesta en la comunidad humana, en el florecimiento de iniciativas sociales, en los proyectos de voluntariado y solidaridad, que son “una semilla fértil de la cual nuestras sociedades y nuestras políticas pueden extraer fuerza para renovar sus proyectos y devolver luz a tantos rincones oscuros del mundo moderno”.
La esperanza como llamado al diálogo y a la cooperación
El tema de la esperanza, explicó Parolin, se entrelaza con la confianza en Dios y con el compromiso concreto por el bien común; fomenta el sentido de comunidad y la responsabilidad compartida.
“Esta virtud —añadió— se muestra hoy más necesaria que nunca. En una época marcada por numerosos conflictos y enormes desafíos globales, el futuro a veces se teme más de lo que se espera: solo en la esperanza encontramos un antídoto contra el miedo y un aliento al compromiso y a la acción”.
La esperanza es, de hecho, un motor para hacer el bien en la comunidad, y a nivel internacional “se convierte en un llamado a un compromiso inquebrantable con el diálogo y la cooperación, especialmente cuando las tensiones y los conflictos parecen insuperables”.
Finalmente, recordó las palabras del Santo Padre León XIV el día de su elección, exhortando a construir puentes, tejer diálogos y unir las manos para promover una “paz desarmada y desarmante, humilde y perseverante”.
Se publicó primero como Parolin: La Santa Sede y Japón, unidos para limitar la proliferación de armas