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Cardenal You: un sacerdote feliz es el mejor anuncio del Evangelio

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Comunicado de www.vaticannews.va —

En el marco del Jubileo de los sacerdotes, el Prefecto del Dicasterio para el Clero reflexiona sobre la crisis vocacional: “El verdadero problema no es la falta de llamados, sino la calidad de nuestro testimonio. Desde ahí puede renacer todo”.

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“Sacerdotes felices – Los he llamado amigos” (Jn 15,15): este es el lema del encuentro internacional que tendrá lugar mañana, jueves 26 de junio de 2025, en el Auditorium Conciliazione de Roma, con motivo del Jubileo de los sacerdotes y con la presencia de León XIV. El cardenal Lazzaro You Heung-sik, prefecto del Dicasterio para el Clero y organizador del evento, explicó a los medios vaticanos que esta iniciativa “nace del profundo deseo de volver a poner en el centro la alegría y la belleza de la vida y del ministerio sacerdotal. No se trata solo de una instancia formativa, sino de una auténtica experiencia eclesial, sinodal y fraterna. Queremos reafirmar que un sacerdote feliz es el mejor anuncio del Evangelio, porque con su vida testimonia la belleza de seguir a Cristo. La amistad con Jesús, expresada en el versículo que da título al encuentro, es la clave para redescubrir el profundo sentido de la vocación y vivir el ministerio con gratitud y entusiasmo. Sacerdotes felices no es un simple eslogan, sino una invitación a vivir el ministerio con plenitud, gratitud y pasión evangelizadora. La verdadera alegría del sacerdote nace de la amistad con Cristo y, al mismo tiempo, de la comunión fraterna entre los presbíteros, con su obispo y con los fieles. Esa es la alegría que toca los corazones y renueva la esperanza del Pueblo de Dios”.

¿Se puede adelantar algún dato sobre la participación?

Estamos profundamente agradecidos por la respuesta obtenida: asistirán más de 1.700 participantes provenientes de todos los continentes. En particular, destacamos una fuerte presencia de América Latina, África y Asia, pero también de Europa y Norteamérica. Esto nos recuerda que la Iglesia es verdaderamente católica, es decir, universal, y que los sacerdotes, aun con diferencias culturales y pastorales, comparten los mismos desafíos, las mismas alegrías y la misma llamada a ser signo de esperanza para el Pueblo de Dios. Será una auténtica experiencia de fraternidad eclesial, donde los sacerdotes comparten el mismo deseo de fidelidad y renovación.

El Romano Pontífice imparte la Bendición Apostólica a los participantes en el Jubileo de los seminaristas.

El Romano Pontífice imparte la Bendición Apostólica a los participantes en el Jubileo de los seminaristas.

El Romano Pontífice imparte la Bendición Apostólica a los participantes en el Jubileo de los seminaristas.   (@Vatican Media)

Uno de los ejes del encuentro será la presentación de buenas prácticas en pastoral vocacional y formación inicial. ¿Qué ejemplos concretos se compartirán?

Expondremos experiencias que ya están dando frutos en distintos países: por ejemplo, una formación humana integral que abarca todas las dimensiones de la persona, especialmente la afectiva; una dinámica participativa en los seminarios, promoviendo la corresponsabilidad de los candidatos; experiencias pastorales y misioneras que sirvan de auténtico “banco de pruebas” para la vocación; y una preparación adecuada de los formadores para ejercer su tarea con competencia. En el ámbito vocacional, lo esencial es comenzar escuchando: los jóvenes quieren ser escuchados antes que orientados. También son muy útiles formas creativas de convivencia y compromiso. En este sentido, testimonios de México, Italia, Argentina e Irlanda ofrecerán modelos concretos que pueden adaptarse a otras realidades.

El momento más esperado será sin duda la presencia de León XIV. ¿Qué esperan de ese encuentro con el Papa y qué se compartirá con él?

Será un momento de gracia. Los sacerdotes podrán escuchar la voz del Sucesor de Pedro, que los anima, los sostiene y comparte con ellos la esperanza de una Iglesia más evangélica. El Papa está al tanto del enfoque del encuentro, centrado en el intercambio de buenas prácticas, y se ha mostrado muy contento. Conoce bien los desafíos que hoy enfrentan los sacerdotes y, en estas semanas, ha expresado reiteradamente su deseo de caminar junto a ellos. Nos ofrecerá su pensamiento y su testimonio, con libertad y verdad, bajo la luz del Espíritu Santo.

Se habla mucho de crisis vocacional, sobre todo en Occidente. Sin embargo, los jóvenes parecen tener un deseo genuino de sentido. ¿Cuál es la situación actual de las vocaciones en la Iglesia?

Es cierto: en algunos países, las cifras muestran una disminución. Pero no podemos reducirlo todo a estadísticas. La realidad es mucho más profunda. Incluso en contextos muy secularizados, muchos jóvenes expresan una sed de autenticidad, de una vida entregada. Cuando encuentran sacerdotes creíbles, felices, coherentes, sus corazones se abren. Los jóvenes siguen a quien, con su vida, muestra que servir a Cristo y testimoniarlo es lo más hermoso que se puede hacer. El verdadero problema no es la falta de “llamados”, sino la calidad de nuestro testimonio. Desde ahí puede renacer todo.

Este encuentro se enmarca dentro de los “jubileos” particulares de seminaristas, sacerdotes y obispos. ¿Cuáles son hoy los deseos, expectativas y esperanzas de los presbíteros, estos “peregrinos de esperanza” del Año Santo?

Los sacerdotes buscan caminos para renovar su vida y dar fruto, incluso en medio de dificultades. Intuyen que es vital volver siempre a las fuentes de su vocación, recuperar la alegría del primer “sí”. Sienten la necesidad de una formación que los prepare para ejercer el ministerio en una sociedad profundamente transformada, necesitan apoyo en los momentos difíciles, desean relaciones fraternas. Y sobre todo, piden no ser dejados solos.

El Jubileo es una ocasión de gracia, una gran oportunidad para mirar al futuro con confianza: los sacerdotes, junto con diáconos y obispos, en todos los rincones del mundo, son realmente “peregrinos de esperanza”, porque cada día, en silencio y con fidelidad, siguen llevando a Cristo a las personas. Nuestra tarea como Iglesia es cuidarlos, con gratitud y amor fraterno.

El Papa León XIV en su encuentro con los seminaristas el martes 24 de junio de 2025 en la Basílica vaticana.

El Papa León XIV en su encuentro con los seminaristas el martes 24 de junio de 2025 en la Basílica vaticana.

El Papa León XIV en su encuentro con los seminaristas el martes 24 de junio de 2025 en la Basílica vaticana.   (@Vatican Media)

Una última reflexión sobre este día especial, en la que la Iglesia coreana celebra la “Jornada nacional de oración por la reconciliación”, instituida por los obispos en 1965 para conmemorar el 25 de junio de 1950, inicio de la guerra entre Corea del Norte y del Sur. ¿Qué deseos expresa al respecto?

El 25 de junio de 1950 es una fecha que marcó profundamente la historia del pueblo coreano. Ese día comenzó una guerra que causó sufrimientos inmensos, familias separadas y heridas que aún no han sanado del todo. Esta mañana, en la misa que celebré, recé especialmente por la reunificación de la península. También porque, en ese conflicto entre Norte y Sur, perdí a mi padre.

Hoy, al recordar ese trágico suceso, no queremos limitarnos a una conmemoración histórica. Queremos hacer memoria del dolor que vivió nuestro pueblo, pero también de su dignidad y de la esperanza que resistieron en medio de tanta oscuridad. En este día, los fieles católicos de Corea se unen en oración por las víctimas de la guerra y, con corazón sincero, piden a Dios que las generaciones futuras puedan vivir en una Corea sin conflictos. La guerra dejó cicatrices profundas tanto en el Norte como en el Sur, y aún hoy no hemos alcanzado una paz plena y duradera.

Hay, sin embargo, algunas señales: el nuevo gobierno del Sur ha suspendido los mensajes hostiles que se emitían por altavoces en la frontera. Esperamos que también los grandes actores internacionales vuelvan la mirada hacia la reunificación de la península. Como Iglesia Católica en Corea, creemos firmemente —siguiendo la enseñanza del Santo Padre— que el camino del diálogo, la reconciliación y la sanación debe continuar sin descanso. Estamos llamados no solo a rezar, sino a construir una cultura de paz y solidaridad con nuestros hermanos y hermanas, en medio de todos los pueblos y naciones. La paz de Dios no es solo ausencia de guerra, sino fruto de la justicia, la fraternidad y una vida compartida según la lógica del Evangelio.

Se publicó primero como Cardenal You: un sacerdote feliz es el mejor anuncio del Evangelio

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