Comunicado de www.vaticannews.va —
Los 200 mil fieles que esperaron al Papa en la Plaza de San Pedro y participaron en las celebraciones reflejan el rostro de la Iglesia Universal, enriquecida por diversas identidades que transmiten fe y esperanza. Religiosos, cofradías, familias y jóvenes regresan a sus hogares llevando consigo los frutos de la unidad.
Marco Guerra – Ciudad del Vaticano
La unidad en la diversidad fue el mensaje que, con profunda devoción, expresó el pueblo de Dios llegado de todo el mundo para participar en la Misa solemne de inicio del magisterio petrino de León XIV.
Desde las primeras horas del día, el entusiasmo de los 200 mil fieles reunidos en la Plaza de San Pedro era evidente en el ondear de decenas de banderas de países de los cinco continentes. Durante la espera, el rezo del rosario llenó el ambiente con recogimiento, mientras los símbolos de innumerables cofradías —llegadas a Roma en los días previos para su Jubileo— añadían color y tradición al momento. Muchas de ellas prolongaron su estancia en la ciudad para rendir homenaje al nuevo Pontífice.
La espera se transformó en júbilo incontenible cuando, poco después de las 9 de la mañana, el Papa apareció en la Plaza de San Pedro a bordo del Papamóvil, recorriendo toda la Via della Conciliazione hasta la Plaza Pia. Los saludos y bendiciones de León XIV fueron recibidos con emoción por miles de fieles que seguían su paso con miradas, corazones y cámaras en alto, intentando captar con una imagen un momento que quedará grabado en la memoria de los peregrinos, quienes volverán a sus hogares con emociones intensas y vivencias que compartir.
Cada uno vivió esta experiencia comunitaria sin perder su historia y su fe personal. Durante las horas de espera y celebración, los micrófonos de Radio Vaticana – Vatican News recogieron los testimonios de personas de todas las edades, nacionalidades y condiciones sociales. Luciano, un joven de 20 años de Tolentino (Marcas), viajó con tres amigos desde la madrugada para estar en primera fila junto a la balaustrada por donde pasó el Papamóvil. Giuseppe, miembro de la Cofradía de la Santísima Asunta de Nicosia, ofreció un sincero testimonio de la profunda religiosidad de su tierra. Fray Pascal, franciscano de la Inmaculada, vivió su presencia en la plaza como un «signo de unidad con el sucesor de Pedro», de quien espera «muchos frutos para la unidad de la Iglesia».
También estuvieron presentes muchas familias que viven su fe con alegría, como Ginevra, una joven que asistió junto a su madre Anna Maria y su abuela Pina, tres generaciones de mujeres llegadas desde Tripuzzi, en el Salento, para mantener viva una tradición que pasa de madre a hija. La homilía y la oración del Regina Coeli, seguidas con silencio y atención, fueron la confirmación del compromiso consciente con el que el pueblo de Dios participó en esta jornada histórica.
Y cuando las campanas de San Pedro resonaron en el aire, cada rostro reflejaba más que emoción: era la certeza de haber vivido un momento de gracia compartida. Porque más allá de los idiomas y las distancias, lo que unió a todos en esa plaza fue una fe viva, que no solo se celebra, sino que se lleva en el corazón, como luz para el camino que comienza.
Se publicó primero como La unidad en la diversidad: el pueblo de Dios recibe con gozo a León XIV