Comunicado de www.vaticannews.va —
Diez mil personas acudieron a San Pedro para cruzar la Puerta Santa y decir “gracias” por la protección recibida en estos años. Conmovedoras son las historias de Sharif de Bangladesh, la de Christelle de la República Democrática del Congo y la de muchos otros que también sintieron la necesidad de dirigir su pensamiento al Papa Francisco.
Rosario Capomasi – Vaticano Ciudad
La carrera frenética por salvar lo que se puede salvar, rezando a Dios por la propia vida mientras afuera azota la tormenta. Sharif, de 27 años, originario de Noakhali (Bangladesh), murió al derrumbarse el terreno de su fábrica textil, a causa del ciclón Mocha, que azotó su país con particular violencia en 2023. Él también forma parte de ese mosaico cosmopolita formado por los aproximadamente diez mil trabajadores de todo el mundo que desde el 1 de mayo han invadido las calles de Roma para participar en el Jubileo dedicado a ellos y que finaliza mañana, domingo 4 de mayo.
A pesar de los cambios introducidos en el programa tras la muerte del Papa Francisco —está previsto solamente el ritual de la peregrinación y el cruce de la Puerta Santa de la Basílica de San Pedro y de las otras basílicas papales—, nadie parece haber querido renunciar a la emoción de estar bajo la Cúpula para admirar, rezar y sobre todo dar gracias por la protección recibida del cielo.
Como dice Sharif: «Pensé que iba a morir; en un instante perdí todo lo que había logrado en años de duro trabajo para mantener a mi familia, a mi esposa y a mis tres hijos. Sufrí varias fracturas en la caída y, gracias a la ayuda de asociaciones de voluntarios, pude ser tratado y operado en Roma». Su familia se reunió con él en Roma y juntos emprendieron nuevamente el camino hacia la tierra que aman y donde encontró nuevamente trabajo en una gasolinera. Pero no sin antes hacer una promesa, o mejor, Sharif quiere subrayar, un voto: volver para el Jubileo y dar gracias a Dios una vez más, «en su casa terrena», por haberle tendido los brazos sobre él y sobre sus seres queridos. “Sin olvidar —concluye— rezar por el Papa Francisco, que siempre ha defendido y elogiado el trabajo humilde”.
La sonrisa triste pero intensa del joven se ve interrumpida de repente por un fuerte grito: Christelle, de 45 años, de la República Democrática del Congo, insta a su grupo a apresurarse a refugiarse del sol cada vez más abrasador. Mi hija Ruth, de 22 años, y yo trabajamos en una fábrica de zapatos a las afueras de Milán, adonde llegamos tras huir de la guerra civil. Gracias al compromiso de Cáritas en nuestro país, que ofrece proyectos laborales para la emancipación de las mujeres congoleñas, he podido aplicar en mi nuevo negocio los conocimientos adquiridos en una nación donde la vida pende de un hilo durante años debido a guerras, hambrunas y epidemias. Antes de partir, también quiere dirigir un pensamiento a Bergoglio, de quien recuerda las palabras pronunciadas durante el viaje apostólico de 2023 al país atormentado: «¡Fuera las manos de África! ¡Dejen de asfixiar a África!». Ahora, añade Christelle, «Él nos mira desde arriba y por eso el Jubileo tiene aún más valor».
Angelo, de 56 años, de Atripalda, en la provincia de Avellino, dice que el calor más que primaveral de hoy no es nada comparado con las horas que se pasan en el calor del verano en las obras de carreteras. Llevo 30 años trabajando como obrero de caminos para Anas. Sin embargo, puedo decir que, entre picos, rastrillos, palas y azadones, solo la oración me da la fuerza para resistir y traer un poco más de dinero a casa. Por eso estoy aquí hoy, para rendir homenaje a un Papa que ha fortalecido mi fe.
A última hora de la mañana, la Piazza Pia se llenó de representantes de la Unión Cristiana de Empresarios y Directivos (UCID), llegados más de 500 profesionales y colaboradores procedentes de todas las regiones italianas. El significado más profundo de esta participación —explica Gian Luca Galletti, presidente de la asociación— es dar testimonio de la importancia del trabajo de quienes prestan sus servicios a diario. De hecho, la empresa está formada no solo por quienes la dirigen, sino también por quienes contribuyen a su buen funcionamiento. Todo ello, siguiendo las normas de rentabilidad justa, trabajo seguro, digno y protegido, teniendo como guía los principios del bienestar y el medio ambiente. “En esto”, añade, “el Papa Francisco ha sido un maestro para nosotros con sus encíclicas Laudato si Y Todos los hermanos en las que subrayó la importancia, en la actividad empresarial, de combatir la injusticia social y hacer todo lo posible para evitar las muertes en el trabajo”. “Para nosotros”, concluye Galletti, “Bergoglio representó y representa una gran esperanza”.
Se publicó primero como Jubileo de los trabajadores: Cuando la oración alivia la fatiga