Comunicado de www.vaticannews.va —
Uniformados con sus divisas, provenientes de más de 100 países, los integrantes de las fuerzas de seguridad peregrinan a la Puerta Santa de la Basílica de San Pedro, conscientes de los incesantes llamamientos del Papa Francisco de callar las armas, establecer negociaciones e impulsar iniciativas tendientes a la obtención de la paz entre los pueblos.
Sebastián Sansón Ferrari – Ciudad del Vaticano
La llamada a la paz no implica simplemente la ausencia de guerra ni un mero equilibrio de fuerzas contrastantes, sino la obra de la justicia que contempla el respeto de los pueblos, de su dignidad y la práctica de la fraternidad humana. Con esta perspectiva, la Ciudad Eterna acoge a miles de participantes en el Jubileo de las Fuerzas Armadas, que se celebra el sábado 8 y domingo 9 de febrero de 2025.
En el segundo gran evento del Año Santo, tras el Jubileo del Mundo de la Comunicación, se encuentran los miembros de las fuerzas militares y de policía, los policías de tránsito, los agentes de seguridad, los veteranos, las diversas asociaciones militares, academias militares, capellanías y ordinariatos militares, junto con sus familiares. En una gélida mañana invernal, los oficiales acudieron felices, uniformados con sus divisas, a la Piazza Pia para peregrinar hacia la Puerta Santa de la Basílica de San Pedro.
Este momento de gracia se extiende en una amplia franja horaria del 8 de febrero, antes de un evento artístico en la Piazza del Popolo. Cargando la cruz, los grupos, divididos por países o idiomas, se detenían en distintos puntos del recorrido establecido en la Vía de la Conciliación para rezar el santo rosario, recitar otras oraciones y cantar. Entre los numerosos peregrinos presentes, Monseñor Santiago Olivera, obispo castrense de Argentina, comenta que se han preparado, junto a una treintena de personas, con entusiasmo, reflexión y la atención pastoral de cada uno de los capellanes.
Los embarga un “verdadero deseo de conversión”, acota, y con esperanza ven para el futuro lo que los cuerpos de seguridad van ahondando en su labor por la paz. Asimismo, es consciente de las circunstancias adversas al mundo militar en su patria, pero reconoce “los tiempos nuevos de valoración de las fuerzas como constructoras de la paz, defensoras de ella”.
Por su parte, Monseñor Benito Adán Méndez Bracamonte, obispo castrense de Venezuela, trae los gozos y las esperanzas del pueblo. Se han venido disponiendo para esta instancia con la oración, la confesión y la organización de retiros espirituales.
“Siempre invitamos -asegura el prelado- no solo a orar sino a trabajar por la paz, comenzando por aquella que debe reinar en nuestros corazones, porque si somos personas que la experimentan, además de la serenidad, el amor, la bondad y la ternura, seremos capaces de construir relaciones armónicas, llenas de sentimientos de caridad, de paciencia, de aceptación del otro”.
También desde España Simón Santalla, infante de marina, y Armando Lozano, de la Armada nacional, expresan su dicha por poder participar del Año Santo. Admiten que la misión de sembrar esperanza es compleja, pero una de sus funciones es proporcionarla a todas las familias que comparten su trabajo.
Fuerzas de paz
Las palabras de los Papas a los representantes de los militares son siempre una invitación a ponerse del lado del hombre, de la justicia y de la paz. Una exhortación que resuena con fuerza también en este Jubileo de la Esperanza.
Entre los pacificadores, más de 76.000 son hombres y mujeres de las Naciones Unidas y proceden de más de 120 países. Participan en operaciones de mantenimiento de la paz en zonas afectadas por conflictos en África, Asia, Europa y Oriente Medio. Protegen a los civiles, defienden los derechos humanos y refuerzan las instituciones en algunos de los lugares más peligrosos e inestables del mundo.
Desde la primera operación en 1948 hasta hoy, más de 4.300 de estos pacificadores han muerto mientras cumplían su misión en complejos escenarios internacionales. No se puede olvidar a las naciones desgarradas por conflictos que aún hoy tiñen el mundo de sangre. Y no se puede olvidar a las fuerzas de mantenimiento de la paz que protegen a multitudes de refugiados que huyen de la guerra y el futuro de los pueblos.
Se publicó primero como Jubileo de las Fuerzas Armadas: Sembrar la esperanza entre conflictos