Comunicado de www.vaticannews.va —
La crisis humanitaria se agrava en la ciudad de Darfur asediada por paramilitares en guerra con el ejército desde abril de 2023. Un conflicto sangriento que ya ha causado 14 millones de desplazados y para el que no parece haber una solución diplomática a la vista.
Valerio Palombaro – Ciudad del Vaticano
El asedio cada vez más férreo en torno a la ciudad de El Fasher, último bastión del ejército sudanés en Darfur, amenaza con llevar a la aniquilación de su población. El dramático llamamiento lanzado en las últimas horas por una coalición de grupos políticos y civiles sudaneses, quienes en un comunicado exigieron la apertura urgente de corredores humanitarios hacia la ciudad, asediada durante más de un año por las Fuerzas de Apoyo Rápido (FAR), un grupo paramilitar, vuelve a poner de relieve el grave conflicto que está dividiendo a Sudán en dos.
Por un lado, el ejército regular, que desde la capital se trasladó a Puerto Sudán, en la costa del Mar Rojo, controla gran parte del norte, este y centro del país tras recuperar Jartum en marzo; por otro, las fuerzas paramilitares de las FAR, que controlan amplias zonas del oeste, concretamente casi todo Darfur y partes de Kordofán, donde también se libran y avanzan sangrientos combates. Estas regiones son accidentadas pero ricas en minerales y petróleo, recursos estratégicos que permiten a las RSF alimentar una guerra para la cual es difícil prever una solución diplomática.
Obligados a comer alimentos de origen animal
La ONU también ha alertado sobre las condiciones cada vez más precarias que enfrenta la población de El Fasher. La mayoría de los alimentos básicos, como el mijo y el sorgo, ya no están disponibles, y en los últimos meses los residentes han dependido del ambaz, el residuo del cacahuete y las semillas de sésamo después de la extracción de aceite. Este alimento se utilizaba normalmente como pienso.
Grupos de la sociedad civil en El Fasher también informan que las milicias de las Fuerzas de Seguridad Revolucionarias (RSF), lideradas por el general Mohamed Hamdan Dagalo, han destruido la mayoría de las fuentes de agua, los mercados y los hospitales, causando una catástrofe para los más de 300.000 civiles atrapados en la ciudad. La situación humanitaria ha empeorado drásticamente en los últimos meses, con hospitales fuera de servicio debido en parte a brotes de cólera. A esta situación contribuyó el ataque de las RSF en abril pasado contra el cercano campo de refugiados de Zamzam, que envió a cientos de miles de desplazados a El Fasher.
La organización humanitaria italiana COOPI-Cooperazione Internazionale informó recientemente que el 97% de la población de El Fasher vive por debajo de los estándares mínimos de acceso al agua, mientras que, debido a la grave escasez de agua, muchas familias se ven obligadas a priorizar el agua potable sobre la higiene personal, lo que supone graves riesgos para la salud, especialmente en zonas superpobladas.
En El Fasher, el párroco de la pequeña comunidad católica, Luka Jumu, también falleció el 13 de junio, tras ser alcanzado por una bomba en la casa donde se alojaba. Sin embargo, los combates en Sudán continúan también en otras zonas del país, en particular en la zona de El Obeid, en Kordofán del Norte, donde cientos de víctimas han muerto en las últimas semanas, mientras que en la histórica capital, Jartum, miles de desplazados regresan para intentar reconstruir sus vidas en una ciudad destruida.
Personas desplazadas en el desierto de Libia
Fuerzas paramilitares también ocupan partes del territorio en el noroeste, en el «triángulo fronterizo» entre Sudán, Libia y Egipto. Esta región desértica vive nuevas tragedias, agravadas por esta terrible guerra: las autoridades de la provincia libia de Kufra informaron ayer del hallazgo de aproximadamente 50 refugiados sudaneses, entre ellos mujeres y niños, abandonados en la zona de Syouf Bou Fatima. Incidentes similares ocurren con frecuencia en el desierto libio, donde grupos de migrantes permanecen atrapados sin comida ni agua, a menudo abandonados por traficantes de personas.
Un país cada vez más dividido
Según la ONU, la guerra en Sudán ha causado más de 20.000 muertes y ha desplazado a 14 millones de personas. Investigaciones realizadas por universidades estadounidenses estiman que la cifra real de muertos asciende a 130.000. Sin embargo, no se vislumbra una solución diplomática. El ejército, liderado por el presidente Abdel Fattah al-Burhan, mantiene contactos con Egipto, al tiempo que reitera sus acusaciones contra los Emiratos Árabes Unidos de apoyar a los paramilitares. Hace apenas una semana, las Fuerzas de Defensa de Sudán (RSF) incluso formaron el «gobierno paralelo» que anunciaron en febrero pasado en las zonas bajo su control.
En una conferencia de prensa en Nyala, capital de Darfur del Sur, se estableció un «Consejo Presidencial» de 15 miembros, liderado por Dagalo. La Unión Africana ha dejado claro que no reconocerá al «supuesto gobierno paralelo» y ha condenado esta medida. Un desarrollo que corre el riesgo de formalizar la división de facto en la que se desliza Sudán debido a la lucha de poder que en 2023 interrumpió el proceso de transición democrática iniciado en 2019 con el fin de la dictadura de treinta años de Omar al-Bashir.
Se publicó primero como Sudán: El asedio de El Fasher y el drama de un pueblo al límite de sus fuerzas