En una era marcada por crisis superpuestas, desde conflictos armados y extremismo ideológico hasta columnas éticas en el discurso público, la necesidad de volver a la esencia de las palabras y su significado es más urgente que nunca. Las palabras no son meras herramientas de expresión; A menudo son chispas que encienden o extinguen los incendios. Esto es precisamente lo que Sheikh Abdallah bin Bayyah, presidente del foro para promover la paz en las sociedades musulmanas, advierte en su profundo mensaje: «»La guerra comienza con palabras.«
«La paz está construida en el corazón». Papa Leo XIV
«La guerra comienza con palabras». Sheikh Abdallah bin Bayyah
Con esta declaración encapsula una filosofía completa: que cada guerra física es precedida por una guerra de palabras, y cada acto de violencia se basa en un acto previo de agresión verbal. A menos que el habla esté restringida, purificada del odio y se base en el respeto mutuo, el camino hacia la paz nunca comenzará.
Palabras: instrumentos que construyen o armas que destruyen
La historia humana está llena de ejemplos de cómo las palabras han provocado conflictos largos y sangrientos. Desde discursos llenos de odio que allanaron el camino para el Holocausto hasta la propaganda de los medios que impulsaron la violencia étnica en Ruanda o Bosnia, estas tragedias demuestran que las palabras no son neutrales. Las palabras pueden amplificar el miedo, distorsionar las percepciones y convertir a la gente común en enemigos.
Pero, por otro lado, las palabras también pueden sanar, reconciliar y construir puentes entre corazones. Por lo tanto, la construcción de paz impactante enfatiza que la verdadera lucha no es solo contra las armas, sino también contra el discurso que justifica su uso.
Discurso de odio: una amenaza global y local
El discurso de odio ya no se limita a grupos marginales o contextos aislados. Se ha convertido en un fenómeno global, amplificado por plataformas digitales y nutrido por información errónea, fanatismo religioso y xenofobia. Peor aún, algunas formas de discurso de odio están envueltas bajo la apariencia de «libertad de expresión», socavando los principios éticos que deberían gobernar esa misma libertad.
El reciente aumento en los ataques de odio contra iglesias, mezquitas, sinagogas, e incluso escuelas y mercados, nos recuerda que detrás de cada acto de violencia había una avalancha de palabras, publicaciones, videos, lemas y discursos que legitimaban el odio.
Visión: De la conciencia a la protección
Para la verdadera curación, no solo necesitamos diagnósticos correctos, sino también una visión clara y un esfuerzo profundamente prescriptivo. La religión no puede verse como un problema, sino como una parte esencial de la solución. Cada libertad es un llamado a la responsabilidad. Esta es una clave con las religiones también. Los líderes y las comunidades religiosas deben nutrir y compartir su responsabilidad social religiosa. Un hilo es un llamado para promover la dignidad humana a través del discurso religioso y la educación. La educación sobre igual dignidad es una fuente de coexistencia pacífica y fortificación moral contra el odio.
En la Conferencia Ministerial para avanzar en la libertad religiosa (Washington DC, 2019), el jeque bin Bayyah ha instado a los líderes políticos y religiosos a «conceptos de reingenieros», como la lealtad, la yihad y el «otro», a alinearse con los objetivos más altos de la fe y los valores universales de los derechos humanos. La dignidad humana es indivisible, y la paz no puede establecerse en un clima envenenado por un discurso divisivo. La paz real se logra cuando las personas son vistas, escuchadas y respetadas, independientemente de la fe, el origen étnico o los antecedentes.
El odio, la intolerancia, la violencia y la guerra son caras feas del mal. Y cada mal es fuerte porque tiene muchos aliados influyentes. Los más significativos son tres hermanos: indiferencia, ignorancia y miedo. Cuando no nos importan los demás porque no es nuestro problema, está lejos, es un problema complicado. Cuando no sabemos, ni entendemos lo que está sucediendo a nivel local o mundial. Y cuando tenemos miedo de levantar la voz en nombre de las personas indefensas o sin voz.
Los mejores antídotos contra estos aliados del mal son el compromiso para el bien común, la educación y el aprendizaje de la verdad, y el coraje para defender la justicia y la igualdad de dignidad de todas las personas.
Responsabilidad: de palabras a hechos y acción
Combatir el discurso de odio no es únicamente responsabilidad de los gobiernos. Es un deber compartido que involucra a líderes religiosos, educadores, profesionales de los medios, legisladores e incluso usuarios de redes sociales. Cada palabra que escribimos, compartimos o amplificamos puede contribuir a la curación o a dañar.
La lucha contra el discurso de odio debe comenzar en la educación, estar integrado en la ley y reforzarse a través de medios responsables. Las plataformas deben ser responsables y se debe promulgar una legislación clara para criminalizar la incitación mientras salvaguarda la libertad de expresión dentro de los límites éticos. La educación no es una mera preparación para la vida. Es una vida misma. Por lo largo, debemos adaptarnos, para aprender a vivir juntos en diálogo, cooperación y vecindarios compartidos. Vivir significa más que existir solamente.
Sobre todo, debemos revivir el poder de la verdad y el amable discurso. La verdad nos libera y muestra que somos hermanos diversos en una familia humana universal. El discurso es la clave para la comprensión y la paz en y entre nuestras comunidades.
Deje que las palabras sean puentes, no barreras
El Papa Leo XIV fue elegido en el 80 aniversario de V-Day en Europa, el 8 de mayo de 2025. A menudo enfatiza que la paz se construye en el corazón y a través de la participación activa, lo que requiere la desarraiga del orgullo y el resentimiento, la comunicación cuidadosa y la construcción de relaciones de unidad y fraternidad, incluso en tiempos difíciles. Con frecuencia vincula el concepto de paz con el corazón, abogando por un enfoque más profundo, más personal y relacional para la consolidación de la paz.
La paz no comienza a firmar los tratados, ni con el silenciamiento de las armas. Comienza en corazones humanos y con palabras. Comienza cuando elegimos hablar con otros en lugar de sobre ellos, cuando participamos en el diálogo en lugar de la demonización, y cuando escuchamos en lugar de juzgar.
Nutrir la ética y las culturas basadas en la dignidad humana y la restricción sabia es el único camino real hacia un mundo de mayor paz y justicia. Porque de hecho, la guerra comienza con las palabras. Entonces, que nuestras palabras siempre comiencen con la paz.

Jan Figel,Presidente, Foref Europe, Eslovaquia

Sheikh al mafoudh bin bayyahEl Foro de la Paz de Abu Dhabi, EAU