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Nueva luz sobre la identidad fragmentada del pueblo Cham y la tragedia olvidada

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En un mundo que todavía lidia con los legados de la migración forzada y la persecución religiosa, la nueva investigación académica está revisando una de las tragedias menos conocidas del sudeste asiático: el complejo destino del pueblo Cham de Camboya. El papel, titulado «El Cham de Camboya como una gente dividida: del refugio al genocidio»escrito por el erudito Vadim Atnashev (North West Institute of Management, Ranepa y St Petersburg State University), y actualmente investigador de la Universidad de Exeter, se presentó en una reciente conferencia internacional organizada por la Universidad de Exeter Business School y coorganizada por la Fundación Mejora, una fundación reconocida por ECOSOC conocida por su defensa en los campos de la libertad religiosa y los derechos de las minorías.

El artículo de Atnashev ofrece un análisis penetrante de cómo el Cham, una minoría étnica y religiosa con raíces en el antiguo reino de Champa (en Vietnam actual), se convirtió en una comunidad en refugio y luego, una comunidad devastada por el genocidio. El Cham, principalmente musulmán, huyó a Camboya después de las conquistas vietnamitas en los siglos XV y XIX. Pero su camino hacia la seguridad se volvió trágicamente completo cuando se convirtieron en objetivos de exterminio bajo el régimen de Khmer Rouge a fines de la década de 1970.

«La historia del pueblo Cham en Camboya no es simplemente una historia de desplazamiento. Es una historia de ser invisible y vulnerable». Atnashev escribe. Describe cómo esta vulnerabilidad no solo era política o religiosa, sino profundamente estructural: el Cham nunca se integró completamente en la sociedad camboyana ni mantuvo fuertes lazos con su patria vietnamita, dejándolos en una especie de limbo histórico y político.

División dentro de Cham People

Una de las contribuciones más llamativas del artículo es su conceptualización del cham no como una comunidad singular y cohesiva, sino como «una gente dividida». Basándose en registros históricos, investigación antropológica y entrevistas con miembros de la comunidad, Atnashev explora cómo la dispersión geográfica, las diferentes experiencias del colonialismo (bajo el gobierno francés y vietnamita), y las respuestas variadas a la influencia islámica contribuyeron a la fragmentación interna.

Gente de Cham
Por dth-bd-nvt-trabajo propio, cc by-sa 4.0, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=130157055

El Cham que permaneció en Vietnam siguió un camino algo diferente de aquellos que huyeron a Camboya, con diferentes prácticas religiosas (muchas comunidades cham vietnamitas conservaron formas más sincréticas de Islam o mezclas hindúes-musulmanas) y alineaciones políticas. Estas divergencias se profundizaron en el siglo XX. Como señala el artículo, «esta división no solo limitó la solidaridad entre las comunidades de Cham, sino que también debilitó su visibilidad política».

De refugio a objetivo

Quizás la parte más desgarradora del artículo se centra en el destino del Cham camboyano bajo el Khmer Rouge (1975-1979). Mientras que el régimen de Pol Pot atacó a muchos grupos, el Cham sufrió desproporcionadamente. Las estimaciones sugieren que hasta 100,000 cham, casi la mitad de su población en Camboya, fueron asesinados. Atnashev subraya que el Cham fue atacado no solo por razones étnicas, sino específicamente por su identidad islámica.

«A diferencia de otros grupos, los Cham fueron atacados en parte debido a su religión: sus mezquitas destruidas, los Coranes quemados y sus rituales prohibidos», dice el periódico. Atnashev argumenta que esta campaña equivale al genocidio religioso, una distinción aún no reconocida formalmente en la mayoría de los marcos internacionales que se ocupan del genocidio camboyano.

El papel del silencio

Atnashev también es crítico con lo que él llama la «doble marginación» del Cham, primero por el Khmer Rouge, y más tarde por la comunidad internacional y el estado camboyano post-genocida. Su sufrimiento, escribe, fue «subsumido bajo narraciones más amplias de lucha de clases y limpieza étnica, en lugar de examinar como un caso único de persecución religiosa».

Este silencio, argumenta el artículo, ha tenido consecuencias. Ha obstaculizado los esfuerzos de reconciliación, obstaculizó la justicia para las víctimas y ha permitido que continuara el borrado histórico del Cham. Hoy, muchos jóvenes Cham en Camboya saben poco de lo que soportaron sus antepasados, una brecha que los académicos como Atnashev esperan ayudar a unir.

Una plataforma para la nueva conciencia

La Conferencia Exeter, coorganizada por la Fundación Mejora, proporcionó una plataforma oportuna para llevar esta discusión a conversaciones académicas y de políticas más amplias. La presencia de los defensores de la libertad religiosa, los académicos legales y las organizaciones no afiliadas prestaron la relevancia adicional, particularmente en un momento en que las protecciones minoritarias están nuevamente bajo tensión en partes de Europa y Asia.

Los representantes de la Fundación Mejora elogiaron la investigación por su «rigor metodológico y urgencia ética», señalando que proporciona un modelo para examinar cómo la identidad religiosa se cruza con la violencia estructural y la negligencia histórica.

Mirando hacia el futuro

El trabajo de Atnashev, aunque está arraigado en el análisis histórico, termina con un llamado a la acción. Insta a una mayor inclusión de la experiencia de Cham en mecanismos de justicia de transición y planes de estudio educativos, no solo en Camboya sino en el discurso internacional.

«El Cham nos recuerda», escribe en su conclusión, «que el genocidio puede suceder en silencio, que las comunidades minoritarias pueden ser borradas no solo por balas sino también olvidando. Reconocerlas hoy no es simplemente un acto de memoria, sino una de justicia».

En una era en la que el borrado cultural y la persecución religiosa siguen siendo problemas globales urgentes, este documento es un poderoso recordatorio de que el pasado, si no se acumula, puede lanzar sombras largas y peligrosas.

Publicado anteriormente en The European Times.

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